En cambio esos problemas no se dan en los bancos grandes, aquellos con activos de más de 500.000 millones de euros. Estos bancos han sido capaces de recortar el riesgo de morosos y aumentar sus provisiones. Pero aún así, el sistema bancario europeo sigue en crisis.
Los bancos pequeños tienden una clientela concentrada geográficamente. Si la economía sufre, también lo harán los bancos, lo que hace que el futuro de la economía local vuelva a entrar en crisis. Es un círculo vicioso que además seguiría elevando los préstamos sin garantías de devolución. Esta debilidad -dicen- es la causante de que en Europa no fluya el crédito como debe.
Para combatir la fragilidad del sistema bancario, la Unión Europea se ha centrado en dar una única respuesta: inyectar más capital en los bancos. Incluso después de los test de stress del BCE, siguen centrados en ver cuánto más capital necesita el sistema bancario.
Bruegel, un equipo de expertos al servicio del capital financiero, sostiene que la recapitalización bancaria no es suficiente: «La problemática real en Europa es que los bancos en dificultades tienen problemas de gobernanza desde hace tiempo. A menudo o son propiedad del Gobierno o tienen lazos con él. Han sido durante tiempo fuente de patrocinio y de dudosos préstamos», señala el estudio.
La alternativa que propone Bruegel es la de acabar directamente con aquellos bancos que tienen problemas, con los más pequeños, es decir, reforzar la concentración de capital financiero.
Bruegel asegura que en Estados Unidos cerraron cientos de bancos desde que comenzó la crisis. En la zona euro, después de mucho esfuerzo, se han cerrado 51 y la política ha sido salvarlos de la quiebra con dinero público. Par Bruegel es hora de cerrar los bancos más débiles, o de lo contrario, Europa arrastrará el problema y se ralentizará la recuperación económica, como le ocurrió a Japón.
Europa tiene demasiados bancos y los grandes se tienen que comer a los pequeños.