La Comisión Europea crea una central para la compra de materias primas estratégicas

A Ursula von der Leyen no se le puede negar que tiene grandes planes para Europa, cada vez más, porque se ha empeñado en crear una gigantesca superestructura. Pero también es verdad que esos planes tratan de resolver problemas que ella misma ha creado.

Así, ha impuesto sanciones indirectas a China y ha quedado atrapada por las represalias, hasta el punto de que algunas líneas de producción de automóviles han quedado paralizadas por las restricciones chinas a la venta de materiales esenciales para la transición digital.

El miércoles la Comisión Europea presentó el plan RESourceEU para hacer frente a la carestía de metales estratégicos. Es el mismo modelo que se puso en marcha durante la pandemia: un centro de compras conjunto y un fondo multimillonario que entrará en funcionamiento a principios del año que viene.

El nuevo organismo supervisará en tiempo real las necesidades de los Estados miembros para evitar rupturas en la cadena de suministros.

Inspirada en la gestión de la crisis sanitaria, esta estructura también dirigirá las compras en nombre de los Veintisiete, lo que permitirá pesar más en las negociaciones internacionales.

El objetivo es construir reservas estratégicas y conectar a los empresarios con otros proveedores que no sean los chinos. Es una respuesta directa al reciente bloqueo chino sobre el galio o el germanio, que le ha costado caro a la industria europea.

El nervio de la guerra económica sigue siendo la financiación de la infraestructura local. Stéphane Séjourné confirmó la movilización inmediata de casi 3.000 millones de euros, a través del Banco Europeo de Inversiones y el programa InvestEU.

Los fondos se centrarán en tres sectores vitales: defensa, baterías eléctricas e imanes permanentes. Ya hay proyectos concretos, como una mina en Groenlandia o un sitio de minería de litio en la República Checa.

Sin embargo, el problema de las materias primas va más allá de la la extracción y la logística. No se trata de escasez sino del tratamiento del mineral bruto. Europa no tiene fábricas para procesarlo. Por lo tanto, no es suficiente con que la materia prima salga inmediatamente hacia las fundiciones chinas. Bruselas quiere aprender a obtener el mineral y para ello introducirá restricciones a la exportación de residuos metálicos (“scrap”).

A partir de la primavera del año que viene, los residuos de aluminio e imanes tendrán que ser tratados en suelo europeo para estimular una cadena de reciclaje que ahora mismo se esfuerza por alcanzar el objetivo de proporcionar el 25 por cien del consumo de la Unión Europea.

La diversificación de los suministros ya no es una opción para Europa, sino una necesidad para la supervivencia económica. Los fabricantes tendrán que pagar un precio muy elevado para obtener materiales producidos localmente o procedente de socios fiables. Los costos seguirán aumentando, poniendo en jaque la competitividad de la industria europea.

Pero Von der Leyen nunca se olvida del garrote, porque siempre hay algún capitalista que se ha creído lo del “libre mercado” y va por su cuenta. La Comisión Europea no excluye presionar a los empresarios con multas para que no compren en China.

No obstante, lo más probable es que les salga más barato pagar la multa y seguir comprando en China.

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