Es muy curioso leer ese tipo de afirmaciones, precisamente en los grandes medios de información económica, fieles portavoces de los tiburones de las finanzas mundiales. “La codicia no va ganar la batalla de la inteligencia artificial”, dice uno de los especuladores de las empresas tecnológicas.
Al golpe de DeepSeek se le ha añadido el de otra empresa china, Moonshot, que acaba de anunciar el lanzamiento de Kimi k1.5, otro modelo de inteligencia artificial de acceso gratuito con prestaciones que también son superiores a los modelos de los países occidentales, como ChatGPT-4.
El paso siguiente es que los chips que fabrica Huawei sean mejores que los de Nvidia. Sería el torpedo justo en la línea de flotación de las siete mayores empresas estadounidenses de alta tecnología. Si los modelos de inteligencia artificial chinos son mejores con chips obsoletos, la superación puede resultar apabullante con equipos aún más potentes.
La situación es tan dramática que ha obligado a Trump a subir al púlpito para decir que el modelo económico a seguir es… China. Las empresas chinas deberían ser un estímulo para las estadounidenses.
“He leído sobre China y algunas empresas chinas. Una en particular está ideando una forma más rápida y mucho más barata de hacer IA [inteligencia artificial], y eso es bueno porque no hay que gastar tanto dinero”. Lo dijo el mismo que unos días antes había anunciado 500.000 millones dólares de ayudas al sector.
Pues bien, 500.000 millones de dólares es lo que perdió Nvidia el lunes en las bolsas, cuando la cotización de sus acciones cayó un 17 por cien.
“El lanzamiento de DeepSeek, la inteligencia artificial de una empresa china, debería ser un toque de atención para nuestras industrias de que deben centrarse en competir para ganar”, añadió Trump.
Por cierto, la subida de los aranceles a las mercancías chinas se justifica, tanto en Estados Unidos como en Europa, diciendo que es porque están subvencionadas por el gobierno. En Washington y en Bruselas sólo ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el suyo.
La diferencia entre las subvenciones públicas chinas y las occidentales es que estas últimas no puede seguir el ritmo. No tienen tanto dinero y el endeudamiento no da para tanto, como ha recordado Elon Musk. Estados Unidos nunca va a poder reunir 500.000 millones de dólares para la inteligencia artificial y, en cualquier caso, las caídas en bolsa de los últimos días aumentarían aún más la cuantía de las subvenciones hasta llegar al paroxismo.
En Estados Unidos se habían estrujado la cabeza para que otros sultanes de Silicon Valley también contribuyeran al plan de Trump de relazamiento de la inteligencia artificial, pero las cifras siguen siendo inalcanzables.
Por ejemplo, en Carolina del sur la empresa de electricidad Santee Cooper estaba pensando en relanzar la construcción de dos centrales nucleares que estaban paralizadas desde hace siete años. El objetivo era suministrar electricidad a los gigantescos centros de datos que las empresas tecnológicas iban a construir. Pero si entonces se gastaron 9.000 millones de dólares en unas obras que no lograron acabar, hoy el presupuesto sería mucho más elevado.
Lo de la inteligencia artificial es como correr con una bicicleta sin cadena. Estados Unidos no va a ninguna parte. Como han demostrado dos empresas chinas, no todo es cuestión de dinero.