En su interior los secuestrados también fueron torturados entre 2002 y 2005, según han declarado dos de ellos, que fueron internados en dicho lugar con la excusa del terrorismo. Un tercero ha iniciado una querella en la que reivindica ser considerado como víctima de secuestro.
Se abrió una investigación que, como también es natural, se ha convertido en maratoniana para que las aguas se calmen, Estados Unidos no responda a ningún requerimiento judicial, no se descubra a los “culpables” y se cierre el asunto entre agua de borrajas.
El terrorismo de verdad, el auténtico, el que practican los Estados modernos, es de sobra conocido en Europa gracias a la existencia de vasallos del imperialismo, sobre todo en las nuevas “democracias” de Europa oriental.
Hasta ahora los jueces han trabajado con recortes de prensa, informes de ONG y entrevistas de ciertos politicastros que admiten la existencia en Europa de acuerdos secretos con la CIA, cárceles clandestinas (black sites), secuestros por tiempo ilimitado, “interrogatorios reforzados”…
Guantánamo no ha sido la excepción sino la regla. El campo de concentración de Stare Kiejkuty lo inauguró la CIA en 2005. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Ejército Rojo cerró los centros de internamiento nazis, como el de Treblinka, Polonia no conocía algo parecido.
Desde que los jueces abrieron las investigaciones hemos asistido a las típicas maniobras de obstrucción: traslado de los jueces y fiscales, tralado de la instrucción de Cracovia a Varsovia, secretos de Estado, dilaciones, negativas…
Uno de los secuestrados fue Abd al-Rahim al-Nashiri, un saudí al que Estados Unidos acusa del atentado contra el destructor USS Cole en octubre de 2000 en el puerto de Aden, en Yemen. Afirma que estuvo secuestrado en Polonia, donde le interrogaron, le torturaron, le violaron, le amanazaron, al él y a su familia, y le sometieron a simulacros de ejecución.
Zayn Al-Abidin Muhammad Husayn, conocido con el nombre de Abou Zoubaydah, es otro saudí que también afirma que le detuvieron y le trasladaron a Polonia, para lo que cuenta con un testigo de excepción, George Bush, quien en sus memorias, publicadas en 2010, confirma que Husayn degustó la tortura de “la bañera” (waterboarding) cuando cayó bajo las garras de la CIA.
Cuatro años antes, Bush reconoció que el espionaje mantenía cárceles secretas para los detenidos. Luego En 2013 Obama admitió que, además, habían estado torturando a los secuestrados.
Un yemenita detenido por la soldadesca del Pentágono, Walid bin Attash, es el que reclama que los tribunales polacos le reconozcan como víctima.
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