Tras el asalto han capturado gran cantidad de armamento y equipo abandonado por los leales al antiguo presidente Abed Rabbo Mansour Hadi y a los takfiristas.
Las fuerzas sudistas es un conglomerado de 20 milicias distintas. Para ganarse su apoyo, los invasores habían prometido que la región gozaría de una amplia autonomía en la futura reorganización del nuevo Estado.
La caída de Adén demuestra que los ocupantes han traicionado aquellas promesas que hicieron a los sudistas. Los esfuerzos de los saudíes por crear un mando militar unificado que
agrupara a los yemeníes que sostienen en el sur al depuesto presidente
ha sido un fiasco y, finalmente, se han ganado nuevos enemigos.
Durante décadas Yemen, lo mismo que Corea, Alemania o Vietnam, fue un país dividido por la Guerra Fría, siendo el sur un país alineado al bloque socialista.
La caída de Adén es un golpe muy duro para la estrategia saudí, que pretendía convertir a la ciudad portuaria en el centro de operaciones de la guerra.