La Bolsa de Moscú suspende oficialmente todas las transacciones en dólares y euros

En respuesta a una nueva ronda de sanciones impuesta ayer a Rusia, la Bolsa de valores de Moscú ha suspendido todas las transacciones en dólares y euros. El principal centro financiero de Rusia dijo que también cesarían las transacciones bursátiles y del mercado monetario en ambas monedas.

Lo había advertido de antemano, así que no ha habido sorpresas. La suspensión se implementó tras las nuevas sanciones económicas impuestas a Rusia por el Departamento del Tesoro, que han afectado a más de 300 entidades.

En un comunicado de prensa, la Bolsa precisó que las sanciones van mucho más allá y apuntan a la infraestructura financiera de Rusia.

El dólar se ha convertido en una trampa mortal para todos aquellos países que quieren escapar de los tentáculos que Occidente ha tendido desde 1945. La desdolarización avanza lentamente porque es un proceso que irá ligado -necesariamente- a la reducción del peso de las economías occidentales en el mercado mundial y, en consecuencia, al avance de China, principalmente.

La Bolsa de Moscú es insignificante en los mercados financieros mundiales. El mayor impulso que la desdolarización ha recibido hasta la fecha se lo dan las propias potencias occidentales, embarcadas en una economía de guerra. Los embargos y sanciones transmiten al mundo entero la consigna de que “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Las potencias occidentales ya no son fiables. Lo que están haciendo con Rusia (robos y sanciones), pueden hacerlo con los demás mucho más fácilmente.

Paralelamente, los países vuelven a mirar al oro cien años después. Las exportaciones se pagan en oro y las reservas de los bancos centrales se forman con el mismo metal, en detrimento del dinero fiduciario. Más que la desdolarización, el mejor termómetro de la crisis es el oro.
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Sin embargo, el termómetro no está bien calibrado. Los gráficos sobre la distribución de las reservas internacionales, por ejemplo, omiten el oro y sólo tienen en cuenta el dinero fiduciario, como si las monedas de unos países compitieran con las de otro. La cotización del dólar se mide en yenes o en euros exclusivamente, por ejemplo. De ahí que los análisis comienzan con la introducción del euro en 1999.

La desdolarización sería aún más acusada si se tuviera en cuenta al oro, que recientemente -por cierto- desplazó al euro en la formación de las reservas mundiales. De esa manera, cuando sólo se tienen en cuenta las monedas fiduciarias, el dólar es el 58 por cien de las reservas; si se tiene en cuenta el oro, es el 48 por cien.

Por el contrario, el oro era el 11 por cien de las reservas en 2008 y el año pasado era el 18 por cien.

Ése el verdadero índice de la desdolarización.

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