En junio los cabecillas del G7 y la Unión Europea se reunieron en Kananaskis (Canadá) para desarrollar un programa conjunto que garantice el futuro de los minerales críticos. El Plan de Acción de Minerales Críticos, un marco para garantizar cadenas de suministro sólidas, se presentó al final de la cumbre de tres días. Los participantes también acordaron implementar políticas estratégicas, como precios mínimos y compras conjuntas, para reducir la dependencia de China, que representa más del 70 por cien de la minería mundial de tierras raras.
Este cambio representa una oportunidad significativa para países como Arabia Saudí, Marruecos, Egipto y Turquía, que cuentan con importantes reservas de minerales críticos y crecientes planes industriales, para fortalecer su papel en las cadenas de suministro mundiales y posicionarse como centros regionales de minerales críticos.
Marruecos, que posee alrededor del 70 por cien de las reservas mundiales de fosfato, es un eslabón avanzado en la cadena de suministro mundial de vehículos eléctricos. Además de su posición dominante en la producción de cobalto, Marruecos está atrayendo a importantes socios asiáticos. La empresa chino-marroquí COBCO inició la producción de materiales para baterías de vehículos eléctricos en junio. La empresa taiwanesa Aleees anunció el mes pasado la construcción de una planta de cátodos de fosfato de hierro y litio. La empresa china Gotion High-Tech está desarrollando actualmente una fábrica gigantesca de baterías cerca de Kenitra (Marruecos), cuya producción se espera que comience en 2026.
Mientras tanto, Egipto está expandiendo sus sectores de fosfato y potasa, con un aumento de la producción de mineral de fosfato de 11 a 16 millones de toneladas entre julio de 2024 y abril de 2025. Su objetivo es que su sector minero contribuya con el 6 por cien del producto interior bruto para 2030. El Cairo también está promoviendo alianzas estratégicas en el sector, como el acuerdo firmado en julio con la empresa saudí Al Haitham Mining para construir una planta de ácido fosfórico y el acuerdo con la empresa china Asia-Potash para explorar nuevas reservas.
A esto se suma Turquía, que posee el 73 por cien de las reservas mundiales de boro. Además, el descubrimiento en 2022 del segundo yacimiento de tierras raras más grande del mundo en Beylikova ha fortalecido la posición de Ankara en los sectores de alta tecnología. Para equilibrar sus vínculos entre Pekín y Washington, Turquía firmó un memorando de entendimiento minero con China en 2024 y se unió a la Alianza de Seguridad Mineral, encabezada por Estados Unidos.
Arabia Saudí también tiene planes ambiciosos en este sector. El Reino posee reservas minerales cruciales valoradas en aproximadamente 2,5 billones de dólares. El Escudo Arábigo, una formación geológica que abarca más de 600.000 km² y contiene al menos 48 minerales, es el núcleo de sus esfuerzos de exploración. Por ello, Arabia Saudí está desarrollando un centro de procesamiento de tierras raras para diversificar su economía y realizar la transición hacia energías limpias.
La minería es el tercer pilar de la economía saudí. El Ministerio de Industria y Recursos Minerales se ha comprometido a invertir 100.000 millones de dólares para 2035. El gasto en exploración ha crecido a una tasa anual del 32 por cien y las alianzas con diversas potencias internacionales siguen expandiéndose, lo que refleja el compromiso de Riad de transformar a largo plazo su sector minero en una gran fuente de aprovisionamiento.
El establecimiento de alianzas estratégicas es fundamental. MP Materials, con sede en Estados Unidos, y Maaden, la empresa minera de Arabia Saudí, firmaron un memorando de entendimiento en mayo para construir conjuntamente una cadena local de suministros, desde la minería hasta la producción de imanes, utilizando la energía renovable del país para su procesamiento. Para posicionar a Arabia Saudí como un actor clave en la cadena de suministro de litio, Maaden y Aramco planean establecer una empresa conjunta con el objetivo de producir litio comercial a partir de salmueras de yacimientos petrolíferos para 2027.
A medida que estos países intensifican sus esfuerzos para fortalecer su posición en la competencia mundial por los minerales críticos, Emiratos Árabes Unidos ofrece un caso de estudio particularmente ilustrativo de cómo un país con recursos minerales limitados puede, no obstante, ejercer influencia en esta competencia mundial, en particular mediante inversiones y proyectos mineros en África. Se estima que África posee el 30 por cien de las reservas mundiales probadas de minerales críticos, lo que la convierte en un centro estratégico para la expansión de los EAU.
Las empresas emiratíes han incrementado significativamente su presencia en el sector minero africano, con inversiones que totalizan más de 110.000 millones de dólares entre 2019 y 2023. La Empresa Nacional de Petróleo de Abu Dabi, que posee una participación del 10 por cien en la cuenca de gas de Rovuma, en Mozambique, es un excelente ejemplo. Además, Alpha MBM, con sede en Dubai, ha sido contratada para construir la primera refinería de petróleo de Uganda, un importante proyecto valorado en 4.000 millones de dólares.
Emiratos está fortaleciendo constantemente su papel en el sector minero de África, en medio de la creciente competencia con otros países. Su estrategia se extiende más allá de la minería e incluye inversiones portuarias en corredores marítimos clave, participaciones en proyectos energéticos que abarcan desde petróleo y gas hasta energías renovables, y el establecimiento de alianzas de seguridad en regiones estratégicamente cruciales como el Cuerno de África y el Sahel.
Lo que está surgiendo en Oriente Medio y el norte de África es un importante enfrentamiento político, en el que varios países de la región compiten por apoderarse del mercado de los minerales críticos. Esos minerales se han convertido en la nueva moneda de cambio. Países como Arabia Saudí, Marruecos, Turquía y Egipto se perfilan como cabeceros en el creciente interés de la región por los recursos del subsuelo.
Sin embargo, la carrera por los minerales críticos no se limita a asegurar los recursos. También se trata de forjar el futuro de la energía y las nuevas tecnologías. En este contexto, el éxito de la región de Oriente Medio y norte de África dependerá de su capacidad para forjar alianzas duraderas.
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