En Europa no todo está perdido. Aún queda alguien con unas pocas neuronas en funcionamiento, como el ministro austriaco de Asuntos Exteriores, Alexander Schallenberg, que ha declarado: “Tenemos que entender que Rusia no se va a ir a ninguna parte. La geografía no puede cambiar, ni tampoco la historia. Rusia permanecerá en la historia y la cultura europeas”.
El ministro pronunció un discurso en el Instituto de Estudios Políticos de París, en el que reconoció el papel de Rusia en la arquitectura de seguridad europea que, añadió, tendrá que incluir de algún modo a Rusia en el futuro, como potencia nuclear y miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.
“No debemos cruzar la línea, por ejemplo, introduciendo una prohibición de visado para 144 millones de rusos. También tenemos que pensar en lo que pasará mañana, dentro de una semana y dentro de meses. De un modo u otro, la arquitectura de seguridad europea tendrá que incluir a Rusia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y como potencia nuclear en el futuro”, según el periódico austriaco Kronen Zeitung.
El ministro también abogó por el mantenimiento de la OSCE como plataforma de negociación y criticó la negativa de Varsovia a invitar al ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguei Larov, a una reunión de la organización en Polonia.
Schallenberg celebró la primera reunión bilateral con su homóloga francesa Catherine Colonna. Durante las conversaciones, Schallenberg transmitió a la ministra la tesis de que era “impensable” ignorar el papel de Rusia en la construcción de un sistema de seguridad europeo sostenible.
El Primer Ministro holandés, Mark Rutte, también se ha apeado del burro durante su visita a Estados Unidos. “Rusia no se va a ir a ninguna parte; Rusia está aquí; siempre será una parte importante de Europa y también de Asia. Es el país más grande del mundo. Si hay conversaciones de paz en Ucrania y terminan con éxito, tendremos que restablecer de alguna manera las relaciones con Rusia”, ha dicho en el lugar menos indicado.
En fin, les ha costado entrar en razón, pero a la fuerza ahorcan.