Una nueva línea política exige nuevos funcionarios capaces de llevarla a cabo y Estados Unidos no admite la salida masiva de cargos oficiales de los aparatos del Estado turco, a los que los portavoces del imperialismo presentan como “opositores” a Erdogan y no como lo que son: los caballos de Troya de Estados Unidos en Turquía.
La rapidez con la que se están llevando a cabo, tanto las destituciones como los encarcelamientos, demuestra que las listas estaban elaboradas hace tiempo, antes del golpe de Estado, que le ha servido a Erdogan como detonante.
Para impedir las purgas Kerry ha amenazado con expulsar a Turquía de la OTAN, una organización que, en palabras del secretario de Estado, “tiene sus exigencias en materia de democracia”.
Kerry pronunció esa amenaza en la cumbre del Consejo de Europa. “Muchos han sido detenidos, y muy rápidamente. Evidentemente, en los próximos días vamos a levantar el nivel de vigilancia y de observación. Espero que podamos trabajar constructivamente y evitar la marcha atrás”, dijo el secretario de Estado.
“Esperamos que el gobierno [de Erdogan] esté a la altura de los principios democráticos inscritos en su Constitución”, ha manifestado por su parte John Kirby, un portavoz del Departamento de Estado. “Por supuesto, las instituciones internacionales, como la Unión Europea y la OTAN mirarán de cerca el hilo de los acontecimientos porque las responsabilidades democráticas van a la par con la adhesión” a la OTAN, añadió en tono amenazante contra el gobierno turco.
Queda por ver si la OTAN puede arreglárselas sin Turquía, que es miembro de la alianza imperialista desde 1952 y donde ocupa una posición estratégica, capaz de cerrar la salida al Mediterráneo de los buques rusos.
Además de la base aérea de Incirlik, la más importante de Oriente Medio, carga de bombas nucleares, la OTAN tiene una radar avanzado de alereta en Kürecik que sirve a los aliados para la defensa anti-misiles y un centro de mando en Esmirna (“Allied Land Forces Southeastern Europe”).
Además, Turquía contribuye con el 4,1 por ciento al presupuesto de la OTAN. Es el cuarto contribuyente a las operaciones de la organización imperialista y en Kabul sirve de referencia en la misión Resolute Support contra Afganistán.