Es un vuelco, tanto para Siria como para Irán, uno de los mayores apoyos internacionales del gobierno de Damasco.
En 2012 Irán no participó en la Primera Conferencia de Ginebra sobre Siria y la invitación para que participara en la segunda ronda fue retirada por Ban Ki-moon, el secretario general de la ONU por presiones de Estados Unidos y Arabia saudí.
Ahora resulta que quien ha invitado a Irán a participar en las conversaciones no ha sido Rusia, sino Estados Unidos precisamente. Algo está cambiando a marchas forzadas…
Hasta la fecha Irán nunca había intervenido en una reunión internacional de estas características. Rusia había insistido en su presencia, pero siempre se había encontrado el veto de Estados Unidos.
El martes de la semana pasada llegó la sorpresa: “Esperamos que Irán sea invitado a participar”, dijo John Kirby, el portavoz del Departamento de Estado.
La reunión de Viena congrega, entre otros, a los ministros de asuntos exteriores de Estados Unidos, Rusia, Arabia, Turquía, Líbano y Egipto, además de Reino Unido, Francia y Alemania.
La invitación de Irán es “un éxito de la diplomacia rusa”, ha escrito Alexandre Baunov, analista del Centro Carnegie de Moscú. “Irán se impone en el juego regional”, titula el diario argelino El-Watan.
Viena va a hacernos olvidar que no hay más protagonista que Siria y que sobre sus calles y plazas yacen 250.000 cadáveres. Los que han triunfado son los que han sobrevivido a esa masacre.