A principios de marzo, la Comisión de Seguridad Nacional de Estados Unidos para la Inteligencia Artificial (NSCAI) publicó un largo informe de más de 700 páginas con una conclusión fulminante: el desarrollo de la inteligencia artificial alterará el desenlace de las guerras futuras.
El antiguo cabecilla de Google, Eric Schmidt, ha dirigido la redacción del informe, cuyo objetivo es que el Pentágono siga manteniendo la superioridad tecnológica actual.
La ventaja tecnológica “de nuestras fuerzas puede perderse en la próxima década” si no integran la inteligencia artificial en todas sus misiones, asegura el informe, obsesionado por el esfuerzo tecnológico de China para alcanzar a Estados Unidos.
Los algoritmos informáticos están construyendo una nueva forma de guerra que determinará la estrategia de la guerra entre Estados Unidos y China.
“En la actualidad, los usos todavía limitados de los ataques basados en la IA [inteligencia artificial] son sólo la punta del iceberg”, advierte el informe. Incluso más que la electricidad, la inteligencia impregnará a la sociedad del futuro y exacerbará la competencia estratégica y tecnológica entre Estados Unidos y China desde el espacio exterior hasta el ciberespacio.
Los analistas que siguen anclados en el pasado, esperan una guerra que no va a llegar porque ya está aquí. Los algoritmos son los nuevos tanques y así lo viene repitiendo el Pentágono desde hace muchos años
El virus Stuxnet retrasó el programa nuclear iraní mediante una intrusión informática en la centrifugadora. Los “ransomware” WannaCry o NotPetya causaron miles de millones de dólares en pérdidas financieras.
Solo es el principio. Los ejércitos del mundo se siguen preparando para una guerra sigilosa que afectará a las centrales de generación de electricidad, los servidores y las bases de datos de grandes empresas, a las infraestructuras, a los medios de comunicación… A todo y a todos.