La crítica no arranca de las cadenas las flores imaginarias para que el hombre soporte las cadenas sin fantasías ni consuelos, sino para que se despoje de ellas y recoja la flor viva. La crítica de la política desengaña al hombre para que piense, para que actúe y modele su realidad como un hombre des-engañado y que ha entrado en razón, para que gire en torno a sí mismo y por lo tanto en torno a su sol real. La política es solamente el sol ilusorio que gira alrededor del hombre mientras éste no gire en torno a sí mismo.
Tendríamos así que la política sería lo que de alguna forma oculta la dominación real poniendo flores en las cadenas; que la crítica de la política lo que hace es descubrir la cadena oculta bajo las flores.
Dicho lo dicho, haremos notar al lector/a que lo escrito hasta aquí tiene truco. El busilis consiste en que donde yo (en realidad Marx en su introducción a la «Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel») pongo en cursiva el término «política«, el lector debe poner el vocablo «religión» (que es de lo que habla Marx. Y donde se dice «felicidad» dígase «Estado de Bienestar»). Si lo hace, se entiende mejor. Y ahora, se me ocurre, la pregunta es: ¿qué ocurriría si no hago esta aclaración al lector no avisado? ¿Le daría que pensar, quiero decir: sería irrelevante el aviso o, dicho de otro modo, daría igual o sería lo mismo que yo pusiera «política» en lugar de «religión» pues, a los efectos, suena igual?
(*) Expresión ésta que tanto ha dado que hablar a «expertos hermeneutas». Bueno, aquí Marx se expresa clara, paladina y meridianamente, cosa, por cierto, que tenía por costumbre.