La provincia de Cádiz está harta de estar harta. Desde mediados de los años 80 ha sido habitual la falta de carga de trabajo en empresas como Airbus, Navantia o Alestis (aviones, barcos, sector aeroespacial) en un contexto donde el tejido empresarial brilla por su ausencia. Los trabajadores del metal están haciéndose notar desde el inicio de una huelga indefinida que va mucho allá de la petición de una subida del IPC. Es la punta del iceberg de una situación que viene de lejos.
El convenio que están negociando los sindicatos y la patronal engloba a grandes empresas como Navantia, Dragados o Airbus, pero también a talleres mecánicos o empresas del mantenimiento de carreteras, entre otras muchas. Son unos 22.000 los trabajadores afectados, pero los de grandes factorías disponen de un convenio propio con unas condiciones más que dignas, mientras que las empresas auxiliares llevan tres décadas reclamando unos derechos mínimos.
“Si tienes un familiar ingresado no te dan permiso para verlo o si te pasa algo trabajando, en el hospital tienes que decir que te ha pasado en tu casa para que no cuente como un accidente en el trabajo. La gente sale a la calle porque no puede más”, explica un trabajador del metal que ha tenido que emigrar a Reino Unido en busca de nuevas oportunidades.
“La patronal se han encargado de tener trabajadores de primera clase, los de plantilla; de segunda, que son los fijos de las empresas colaboradoras, que son un mínimo; y de tercera, que somos los de las auxiliares. Han conseguido dividirnos y así tienen todo controlado. La ley dice que para presentarte a delegado sindical debes estar un mínimo de seis meses en la empresa y con nuestra eventualidad no te da tiempo. Los delegados están señalados por el mismo empresario y los trabajadores de las auxiliares no nos sentimos representados, sino traicionados por los sindicatos mayoritarios”, añade.
Hay muchos euros en juego, pero sobre todo también la sensación de alcanzar unas condiciones dignas que ahora no hay. “En estos días de huelga está saliendo la rabia contenida que hay por la pérdida de derechos, pérdida de poder adquisitivo como el plus de 160 euros por contacto con tóxicos. Lo quitaron con la crisis de 2012 con la condición de recuperarlo en 2016 y la patronal no lo recuperó. Queremos un mayor poder adquisitivo, pero también poder en derechos: coger vacaciones y saber que no pierdo el trabajo, no ir un domingo y que no me amenacen con que te dan el finiquito”, explica Jesús, otro trabajador eventual del metal.
La planta de Airbus de Puerto Real está solo a la espera de que se ratifique el cierre por parte de la empresa. Es otro ejemplo de lo que viene pasando desde hace años. Concentraciones y acampadas junto a la factoría no han servido de nada y no será por la baja productividad. Juan Antonio Guerrero, miembro del comité de empresa por CGT asegura que “la planta de Puerto Real tiene la máxima calificación en productividad, entrega y calidad, la única en Europa. No es un problema de Puerto Real, es un cambio de modelo industrial. Quieren que solo haya empresas pequeñas con salarios bajos”.
Todo ello ha hecho que haya una gran duda en las con el papel de los sindicatos mayoritarios. CCOO y UGT están negociando con la patronal el convenio del metal, pero como sindicatos mayoritarios, son los que han firmado el cierre de la planta de Puerto Real, aunque el responsable de FICA UGT en Cádiz, Antonio Montoro, ha asegurado que “es un preacuerdo firmado en Madrid. No tenemos nada que ver, yo me entero cuando ya está firmado. Se firma con los comités interempresa”. Por su parte, el presidente del comité interempresas y secretario general de CCOO en Airbus, Francisco Sanjosé, considera equivocado hablar de “cierre de una planta” de Airbus, cuando es “un traslado a El Puerto”, en el que se mantiene el empleo y la actividad, y una oportunidad de “reindustrialización”.
“Para que ellos ganen dos mil o tres mil al mes, otro tiene que ganar mil. CCOO y UGT han promovido votaciones de afiliados dentro del sindicato. Ellos han sido los únicos que han votado sí o no al preacuerdo, no todos los trabajadores. Son cosas antisindicales”, denuncia Guerrero. Y no son pocos los sindicalistas de Puerto Real que consideran “una tomadura de pelo que se hable de traslado cuando la planta de El Puerto no va a poder acoger a la totalidad de los trabajadores de Puerto Real”.
En cualquier caso, los representantes de CCOO y UGT permanecían reunidos con la patronal negociando a lo largo de la tarde de ayer. Al cierre de esta edición la reunión aún no había terminado.
Mientras personas como Juan José Cumplido, un trabajador de 56 años que lleva en el paro desde hace 14, miran con preocupación lo que está sucediendo. Fue despedido en Delphi y recuerda que, cuando era niño, trabajar en el astillero era algo seguro y con futuro. “A finales de los 70 había 4.000 personas en plantilla. No había personal auxiliar. Con 17 años podías estar con un puesto de trabajo indefinido en una empresa pública con mucho futuro. Pero llegó la reconversión naval a mediados de los 80 y todo cambió”. En Corea empezaron a construir barcos con presupuestos más bajos y las condiciones de los trabajadores gaditanos empezaron a caer. “Los políticos han jugado con las cifras del paro porque hay una ley desde 1995 que dice que la persona en desempleo que está en un curso de formación desaparece de la lista del paro”, lamenta.
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