Nicolás Bianchi
O, ¿qué hubiera pasado si…? Si, por ejemplo, los turcos no hubieran sido expulsados de Europa. Pues que hoy todo dios, menos los malteses, profesaría el Islam y no el judeocristianismo cuyo ritual, como decía Unamuno, sólo consiste en que te bauticen por la Iglesia, te casen por la misma y te entierren por el rito católico, que eso y nada más, aparte misas y rosarios, es el catolicismo.
Hombre, míster, algo más será, digo yo. Pues sí: se puede comer carne de puerco (pork chop) (cosa que los judíos y los árabes, ambos semitas, no), o sea, de cerdo, y darle a la priva que es el aspecto lúdico y antiepicúreo (en su acepción más vulgar) de la cosa ¡y sin ramadán! Pero esto es una metonimia. Seamos serios. La presencia de los turcos en Europa significa un hecho totalmente nuevo en la historia de los pueblos cristianos. Los turcos otomanos hacen algo más que los turcos selyúcidas, pues si aquellos se islamizaron , éstos, en cierto modo, se europeízan, ya que, sin perder su credo, ideología y modo de vida, organizan ejércitos al modo occidental ergo: civilizado. La Cristiandad, dizque los buenos, va a tener un terrible enemigo en Suleimán II, de apodo Solimán el Magnífico (por la pompa y por el lujo). Este sultán será la pesadilla europea de 1520 a 1560. Los avances son extraordinarios en Europa y Asia. Belgrado (en la Serbia austríaca) se había rendido y en 1526 Solimán derrota a los húngaros cayendo Buda (la parte de Budapest que separa el Danubio, hoy zona inhóspita) en poder turco que se planta frente a la mismísima Viena, o sea, el ángor político de Europa y su corazón cultural. Sólo se libró, ya se dijo, la isla de Malta defendida por Juan de la Valette (su actual capital).
Eso de llegar a las puertas de Viena era pasarse tres pueblos y nunca mejor dicho. Inquietante. El catoliquísimo Emperador Carlos V, ocupado a la sazón en sitiar y saquear (1527) la Roma vaticana, más progala que spanish, enfadarse con Francisco I de Francia, perseguir luteranos que entonces ni sabían que serían «protestantes» y otras distracciones, cogió el toro turco por los cuernos y envió al marqués del Vasto (con uve) a parar los pies a Solimán y sus vaivodas (una suerte de príncipes feudales) y sus jenízaros (una especie de guardia pretoriana). No tuvo mucho éxito, sobre todo por el mar. Fue su hijo, Felipe II (que, a diferencia de su padre, sabía español), quien, en «Santa Liga» uniera los estados católicos (Venecia, Génova, el papa y España) para, al mando de Juan de Austria, su hermano bastardo, vencer a los turcos en Lepanto y que costara el brazo izquierdo de un erasmista, el alcalaíno Cervantes, posiblemente uno de los pocos soldados castellanos en la famosa batalla (casi todos eran lansquenetes o mercenarios).
Hoy es hora de dar otra lección de urbanidad a estos moromierdas que nos vienen a decir que la sopa se come con tenedor y matan a nuestros inocentes humoristas que socolor de la libertad de expresión insultan y vejan a los humillados. Si te metes con los judíos sionistas, eres antisemita; y, si lo haces, con los musulmanes mahometanos, ejerces la libertad de expresión.
Esta claro que los sionistas son el poder supremo pero de ahi a que les saques la cara a los asesinos de comunistas en afganistan,iran,yemen o iraq dista un buen trecho.