Hasta el último aliento: informe sobre el caso Georges Ibrahim Abdallah

Georges Ibrahim Abdallah es un preso político libanés condenado en Francia a cadena perpetua por la ejecución en 1982 de dos diplomáticos, uno estadounidense y otro israelí. Encarcelado en 1984, es el preso político más antiguo que hay en Europa, un caso de laboratorio del funcionamiento de la represión en el Viejo Continente y del papel de los jueces como sicarios del Estado.

El caso muestra también el encarnizamiento para mantener a Abdallah encarcelado y ayuda a entender determinados aspectos del imperialismo que no se suelen tener en cuenta.

La ejecución de los dos diplomáticos fue obra de Jacqueline Esber, alias “Rima”, una militante comunista libanesa que vivió toda su vida en la clandestinidad y falleció en Beirut en 2016 como consecuencia de una larga enfermedad.

Su identidad se conoció 34 años después de la ejecución, pero la verdad no condujo a una revisión de la condena de Abdallah porque un Estado imperialista como Francia, “patria de los derechos humanos”, vive de la mentira y el fraude, a costa de lo que sea, incluso de mantener a una persona condenada de por vida en la cárcel.

Tras condenarle en 1987, uno de sus abogados, Jean Paul Mazurier, publicó un libro en el que confesaba que trabajaba por cuenta del espionaje francés, un argumento más que suficiente para anular el juicio y, naturalmente, tambien la condena. No ha sido así.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Libano (FARL) secuestraron a Sydney Peyrolles, un diplomático francés destinado en Líbano para canjearlo por Abdallah. En la negociación subsiguiente las FARL liberaron a Peyrolles, pero Francia no cumplió con su parte del trato: liberar a Abdallah.

Al mismo tiempo que ambas partes llegaban a un acuerdo, apareció la pistola con la que se había producido una de las ejecuciones, envuelta en un periódico árabe con una fecha posterior en dos años al encarcelamiento de Abdallah.

Los diplomáticos ejecutados fueron dos. Uno de ellos se llamaba Charles E. Ray y era miembro de la CIA. El otro, Yaacov Barsimentov, era israelí y miembro del Mosad. Sus muertes se producen a comienzos de los ochenta, en un contexto dramático para Líbano, Israel y Oriente Medio que podemos resumir de la siguiente manera:

  1. En diciembre de 1981 Israel se anexiona los altos del Golán, pertenecientes a Siria
  2. Israel proclama a Jerusalén como su capital
  3. En 1982 el jefe de las milicias cristianas libanesas, Bachir Gemayel, aliado de los israelíes, alcanza la presidencia y es ejecutado casi inmediatamente
  4. Beirut es ocupado militarmente por Israel y la OLP tiene que abandonar sus bases
  5. Matanza en los campamentos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila, cometida por las milicias cristianas apoyadas por las tropas israelíes
  6. Primera Guerra del Golfo: Irak ataca a Irán con el apoyo de los imperialistas, incluida Francia

En los ochenta la situacion en Oriente Medio estaba cambiando tras el triunfo de la revolución en Irán. El protagonismo de la resistencia antimperalista cambia. Los palestinos han sido expulsados de sus tierras y ya ni siquiera pueden contar con apoyos efectivos en Líbano, ocupado militarmente por Israel.

En ese contexto, Abdallah era el chivo expiatorio perfecto: era comunista, era libanés, era de origen cristiano y formaba parte de la resistencia palestina. No sólo tenía que ser culpable sino que reunía todas las cualidades del culpable perfecto, que no ha perdido en absoluto porque 35 años después sigue manteniendo sus mismas convicciones políticas revolucionarias, es decir, es otro ejemplo más de coraje y resistencia en las condiciones más difíciles que cabe imaginar.

Su caso aparece en los correos electrónicos capturados a Hillary Clinton: cuando el gobierno francés deliberaba sobre la posibilidad de concederle la condena condicional, el padrino de Washington selló las puertas. Naturalmente, los israelies estaban detrás de esa negativa. Los imperialistas muestran mucho interés en que Abdallah no esté en la calle.

Los franceses juegan con fuego hasta el punto de que puede reproducirse la situación de Beirut en los ochenta. En 2014 el diario libanés Al-Ajbar, portavoz de la resistencia antimperialista, planteaba la posibilidad de que un francés pudiera ser secuestrado para canjearlo por Abdallah.

No estaría de más que quienes tanto recuerdan a Mumia Abu Jamal, dedicaran un poco de su tiempo a hacer lo propio con Abdallah y otros presos políticos que también merecen toda nuestra solidaridad y apoyo.

A nosotros cualquier otra actitud discriminatoria siempre nos ha parecido muy sospechosa…

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