Jean Baptiste Harvel |
El 29 de marzo tuvimos la oportunidad de escuchar uno de los más raros ejemplos de valentía y dignidad que se pueden contemplar en la diplomacia actual, procedente de Haití, un país martirizado hasta la extenuación por el imperialismo, y de su embajador en la Organización de Estados Americanos: Jean Baptiste Harvel.
Gestos como el Harvel contribuyen a entender los motivos por los que el imperialismo masacra a Haití desde hace dos siglos: porque es uno de los pocos países del mundo que habla con voz propia en los foros internacionales.
El embajador haitiano inició su discurso con una protesta que demuestra la manera en que se manipulan entre bastidores los asuntos diplomáticos en todos los organismos internacionales, incluida la OEA, de la que Haití es miembro fundador. A pesar de ello, a la delegación haitiana no le entregaron una copia del documento elaborado por el pelele de turno, Luis Almagro, secretario general de la OEA y pelele de Estados Unidos.
Haití no es un país a tener en cuenta, ni siquiera dentro de la OEA, sobre todo cuando sale en defensa del gobierno de Venezuela, acosado y hostigado por el imperialismo desde que Chávez y los suyos se hicieran con las riendas de gobierno hace 20 años.
En su discurso Harvel acusa a Almagro de saltarse a la torera la Carta fundacional de la OEA, algo que ni siquiera se le pasaría por la imaginación de no actuar por cuenta de sus amos. La OEA no está autorizada a intervenir en la “jurisdicción interna” de los Estados miembros, afirma el embajador haitiano, recordando un principio fundamental del derecho internacional en trance de desaparición desde que no existe la URSS.
El embajador se refería al llamamiento de Almagro para que Venezuela convocara elecciones generales inmediatamente, un asunto que va más allá del problema de Venzuela, ya que puede afectar también a Haití y a otros países de la región. La OEA afronta un futuro “sombrío” porque todos los países que la forman están siendo instrumentalizados.
La amenaza de expulsión de dicho organismo y las sanciones a Venezuela son contraproducentes, “un golpe de Estado maquillado” contra el gobierno bolivariano, como lo califica Harvel en su discurso. Inicia un peligroso precedente que se podrá utilizar en el futuro contra otros países. Por ello, Haití considera que la defensa de Venezuela es “una cuestión de principios”, concluyó Harvel.