No es lo mismo morirse en Europa que en una patera en el Mediterráneo o en Alepo por el Daesh. Al menos, informativamente hablando. Día sí y día también poniendo el foco en Manchester, con testimonios de testigos que llevarse a la boca —más bien fauces— televisiva, flores y velas contritas, mientras que los muertos de los desarrapados ni se cuentan;es más, las víctimas europeas son contabilizadas y, al poco, tienen nombre y quien les llore. Y eso está muy bien, pero lo otro está muy mal.
Pasa una semana y los telediarios nos tranquilizan porque, dicen, «la ciudad vuelve a la normalidad»… hasta el próximo atentado que programemos los que creamos el Califato islámico, o sea, nosotros, los gobiernos europeos, que nos sirve para sacar soldados del Ejército a tomar las calles y, de paso, ensayar contra el «enemigo interior», que el exterior es Rusia, siempre ha sido Rusia, aunque jamás se haya visto un soldado ruso en Picadilly Circus.
La cosa es inventar un enemigo para que la infernal maquinaria capitalista siga dando pedales. Es la «Alerta 5», la máxima. En España, afortunadamente, sólo estamos en «Alerta 4». Menos mal que están en las calles para «protegernos», y menos mal que uno es rubio hiperbóreo de ojos azules y no con pintas de moromierda.
Seguiremos haciendo vida normal, se oye decir, pues, lo contrario, sería el triunfo de los yijadistas, esto es, madrugaremos, iremos al trabajo, el que tenga, iremos al pub, comeremos, veremos el partido, saludaremos a la parienta y a sobar para reponer la fuerza de trabajo, que esto es la «vida normal» para el Capital. Se mire como se mire, siempre se salen con la suya estos hijos de puta.
Hasta el día menos pensado.
Good evening.