No se conoce la cifra aproximada que cobraron, pero oscila entre 350 y 380 millones de euros actuales, que podrían llegar fácilmente a los mil millones a distribuir entre 20 ó 30 generales y caciques del régimen.
Una de las falsedades difundidas durante décadas por los franquistas es que Franco salvó a España de la Segunda Guerra Mundial y evitó así la muerte de miles de españoles. En realidad, como buen matarife, Franco deseaba entrar en la guerra, pero Hitler no aceptó sus exigencias para apoderarse de las colonias francesas del norte de África.
Otra de las falsedades con la que se llenan la boca los fascistas siempre que pueden es el “nacionalismo”. Lo cierto es que, como buenos mercenarios, los fascistas se venden al mejor postor. A los generales de Franco no les importó cobrar un buen dinero de Gran Bretaña, a pesar de Gibraltar y de toda la demagogia antibritánica.
El libro de Ángel Viñas, que se titula “Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco”, se apoya en los documentos británicos de los Archivos Nacionales de Kew desclasificados en 2013.
Los ingleses buscaban construir un escudo protector con diversas capas para evitar que Franco apoyara militarmente al Eje. Las capas más conocidas fueron las políticas y diplomáticas. Luego la regulación de las importaciones, la llamada guerra económica que incluyó la célebre adquisición de wolframio. También fue importante la planificación militar que incluía quitar Canarias a España si entraban en la guerra. Y por último están las operaciones clandestinas de espionaje e inteligencia, de las que se conoce poco.
La inteligencia británica tenía varios puntos de apoyo. El primero era la recopilación de información por espías españoles a sueldo del MI6 inglés. El segundo correspondía a la actividad del SOE, un invento de Churchill para realizar operaciones de guerra subversiva y sabotaje por toda la Europa ocupada por los nazis. Luego estaba lo que los ingleses llamaban el PWE.
En España el SOE y el MI6 se subordinaron a la capa última, los sobornos, la pieza
fundamental y más oscura. Para que tuvieran éxito, los sobornos tenían que aplicarse bajo ciertas condiciones ambientales. Había que garantizar la seguridad de una dictadura neutral. Para ello utilizaron al mercenario y banquero Juan March.
Cuatro días después de llegar a Madrid el 1 de junio de 1940, el embajador Hoare escribió a Churchill solicitándole medio millón de libras para sobornar a los jerarcas fascistas. Churchill no sólo aceptó sino que ampara la operación desde el principio hasta el fin.
En aquel momento Gibraltar era vital para los ingleses y aún no era inexpugnable. Franco podía haberla tomado con ayuda alemana. Lo que los ingleses buscan en un primer momento con la Operación Sobornos es ganar tiempo, en concreto seis meses para hacer Gibraltar inexpugnable. Y lo consiguieron.
No sabemos los nombre de todos los generales corruptos sobornados por March sino sólo algunos nombres: Nicolás Franco, el hermano del dictador, que era un corrupto total, Kindelán, Orgaz, Aranda. Se les prometió que cobrarían si lograban que España se mantuviera al margen de la guerra, lo que obtuvieron después, en 1944 porque la operación, que en principio iba a durar seis meses, se fue prolongando.
En aquella segunda etapa, los británicos ya no buscaban que España se mantuviera neutral sino que, si los alemanes invadían España, el régimen ofreciera resistencia. Y ahí interviene Nicolás Franco.
Los vendidos recibieron los sobornos de dos formas. March les daba pequeñas sumas en efectivo pero el grueso del dinero se depositó de una manera muy patriótica, a la manera actual, es decir, en cuentas en el extranjero, en Nueva York y en Ginebra.
En aquella época tener cuentas abiertas en el extranjero era ilegal, mucho más ilegal que hoy. Mediante la Operación Navíos el banquero March blanqueó el dinero comprando barcos por medios estrictamente legales y autorizados por el consejo de ministros -al que March por supuesto engañó- y se autorizaron una serie de importaciones fuera de cupo financiadas por el SOE que permitían a March importar mercancías para vender legalmente en el mercado intervenido con la condición de que una parte de esas mercancías March las vendiera en el mercado negro. March se convirtió así en un estraperlista autorizado por el gobierno.