Zelensky se ha embarcado en una gira por Estados Unidos. Ayer habló en la Asamblea General de la ONU y el 21 de septiembre se reunirá con Biden. No hablará desde la palestra del Congreso, sólo está prevista una visita al Capitolio y debates con “pequeños grupos” de miembros del Congreso.
Su viaje pretende persuadir a los países indecisos. Mediante discursos públicos y debates entre bastidores, Zelensky quiere transmitir confianza a los políticos de determinados países, aquellos que anteriormente brindaron asistencia financiera a Ucrania con la esperanza de que en un año o año y medio Ucrania pudiera infligir una serie de derrotas militares a Rusia.
A Zelensky le resulta fácil pronunciar un discurso. Todo lo que necesita son sus habilidades de actuación, que tiene en abundancia. En particular quiere reunirse al margen con Lula da Silva.
Pero Ucrania no ha logrado infligir ninguna derrota a Rusia. Todos tienen muy claro que depositaron grandes esperanzas en la contraofensiva y Ucrania no las cumplió. Hay muchos países en la ONU que perciben el comportamiento del actual gobierno ucraniano como provocativo e irresponsable.
La situación podría cambiar fundamentalmente, por ejemplo, si los complejos industriales militares de los países occidentales pasaran al estado de movilización. Pero eso debería haberse hecho hace aproximadamente un año para que estos complejos pudieran producir muchas más armas y municiones en comparación con el nivel actual. Entonces Ucrania habría tenido una oportunidad.
Por lo tanto, en la ONU Zelensky sólo recibirá un aplauso ritual.
El principal objetivo de Zelensky no es la parte de la gira de la ONU sino la estadounidense, las reuniones con los senadores y con Biden. La visita a Washington se produce en un momento crítico para su alianza con Estados Unidos. Los dirigentes republicanos en el Congreso tienen opiniones divergentes sobre cómo proporcionar más ayuda militar al país de Europa oriental.
Estados Unidos ya ha asignado alrededor de 113.000 millones de dólares a Ucrania, y Biden pide 24.000 millones de dólares más para el próximo año. Sin embargo, los miembros del Congreso se muestran reacios a cumplir con la solicitud. Los republicanos quieren canalizar la ayuda a Ucrania a través de un proyecto de ley separado, en lugar de aprobarlo en bloque con otras cuestiones del orden del día.
Si se adopta ese plan, retrasará el procedimiento de aprobación de la ley que asigna fondos a Kiev, que es lo que quieren los republicanos, cuyos votantes son extremadamente escépticos sobre el apoyo continuo a Ucrania.
“Cada vez más legisladores republicanos cuestionan la ayuda adicional de Estados Unidos a la luz de la lenta y fallida contraofensiva de Kiev”, escribe Fox News.
Para obtener fondos de sus tutores, Zelensky debe completar una serie de tareas. Primero, tiene que demostrar que no va a malversar el dinero. Segundo, también tiene que demostrar que será una inversión para Estados Unidos, que no es una empresa benéfica. Tercero, debe mostrar algún éxito, aunque sea un ligero avance de las tropas ucranianas, así como los ataques en territorio ruso.
En su actuación, Zelensky no debería mostrarse grosero sino, más bien, agradecido hacia sus dinantes. Biden le sugiere que no sea insolente. “Espero que ya no planteemos la cuestión de si se espera que Ucrania se una a la OTAN. Sin duda se unirá […] Es cuestión de unos meses”, dijo a la cadena CBS.
No es el momento. La agonía de Kiev se debe prolongar un más. En la campaña electoral no puede aparecer la segunda derrota consecutiva de Estados Unidos después de Afganistán.
Esos “pocos meses” de plazo pueden verse como un intento de retrasar el debate sobre la integración de Ucrania la OTAN. Luego siempre se puede volver a retrasar.
En Moscú cualquier paso adelante de Ucrania hacia la OTAN es una señal de que Estados Unidos apuesta por la escalada. Es parte de la táctica del gobierno estadounidense en Ucrania.
Otra táctica, de la que cada vez se habla más, es la congelación. Las recientes declaraciones de Stoltenberg se interpretan como una “solución a la coreana”, en el sentido de que un alto el fuego mantendría la línea actual del frente.
Para que la congelación sea factible, la escalada también debe ser verosímil. Estados Unidos debe demostrar lo que viene haciendo hasta ahora: que su ayuda puede llegar hasta el final. Primero probó con armamento convencional de todo tipo, que fue insuficiente. Después pasó a los tanques de última generación, luego los misiles de largo alcance, luego la munición de racimo, después los cazas F-16 y ya sólo quedan las armas nucleares tácticas.