Un país endeudado, como Francia, sólo tiene dinero para armas. El martes, durante su visita a la base aérea 116 de Luxeuil-les-Bains, Macron anunció un programa de modernización militar de la base presupuestada en 1.500 millones de euros. La base acogerá dos escuadrones de cazas Rafale y recuperará un papel en el “paraguas nuclear”.
La base es un punto estratégico de la defensa aérea francesa. El ejército francés tiene otras tres bases que albergan partes de su arsenal nuclear: Saint-Dizier (Haute-Marne), Istres (Bouches-du-Rhône) y Avord (Cher), pero la 116 es la más cercana a la frontera alemana, lo que ha llevado al periódico Le Figaro a llamarla la “policía del cielo”. Su papel alcanza tanto al territorio francés como al espacio aéreo de la OTAN. El que Macron haya hecho el anuncio desde esta base confirma que está empeñado en promover el papel de Francia como gendarme de Europa.
Durante su arenga, el presidente francés prometió a la tropa que el gobierno va a invertir 1.500 millones de euros para modernizarla y adaptar sus infraestructuras. El proyecto prevé la acogida de dos escuadrones de Rafale, alrededor de 40 aviones en total, lo que duplicará el tamaño de la base y elevará el número de militares y civiles presentes a cerca de 2.000 para 2035.
Las fuerzas nucleares se retiraron de la base en 2011 y ahora vuelven. Los cazas Rafale estarán equipados con misiles nucleares hipersónicos en la base a partir de 2035. Esta decisión, que marca una evolución importante en la estrategia militar francesa, la presentan como una respuesta a las crecientes tensiones en Europa que ellos mismos han creado.
El misil no existe y el avión que lo dispara tampoco
Habrá que esperar diez años para comprobar que los planes Macron no se van a cumplir. El misil hipersónico al que se refiere el presidente francés es casi con toda seguridad el ASN4G (Aire Suelo Nuclear de Cuarta Generación), propulsado por un “scramjet” y lanzado desde el aire. Todavía está en pañales. Se espera que reemplace el ASMP (Aire Suelo Alcance Medio), un misil crucero supersónico capaz de llevar carga nuclear, alimentado por un “ramjet” y lanzado desde el aire (con velocidad máxima de 3 mach). El ASMP puede tener un alcance de hasta 600 kilómetros, mientras que se espera que el ASN4G lo aumente hasta 1.000 kilómetros.
La afirmación de que el ASN4G será hipersónico significa que volará a velocidades superiores a 5 mach, aunque la cifra exacta aún no se ha divulgada. Un misil que no existe va a ser lanzado desde un avión, el Rafale F5, que tampoco existe.
El gobierno francés dice que los aviones estacionados en la base pueden ser desplegados en “misiones nacionales, multilaterales o de la OTAN, incluyendo los Estados bálticos” y que “juega un papel clave en la seguridad aérea, tanto en el territorio nacional como en el espacio aéreo de los aliados, particularmente en el flanco este [de la OTAN]”.
Sin duda, es otra provocación ya que los nuevos aparatos Rafale armados con los misiles nucleares ASN4G podrían ser desplegados a lo largo de las fronteras rusas, como ha solicitado Polonia, que es el país candidato con más posibilidades.
Mientras Francia sólo tiene planes, Moscú tiene al menos una docena de armas hipersónicas ya en servicio, incluyendo los misiles 9-S-7760 Kinjal lanzados desde el aire, los multipropósito y multiplataforma 3M22 Zircon, así como el Oreshnik terrestre. Hay varios más en desarrollo para los cazas multipropósito Su-57 de última generación, ya probados en combate.
Incluso los misiles hipersónicos de primera generación del ejército ruso, como el 9M723 Iskander, superan la potencia del ASN4G francés, si es que alguna vez los llegan a fabricar. Sin embargo, Macron no tuvo empacho al declarar en la base aérea que “el ejército francés es sin duda el más eficiente del continente”.
Ahora mismo, Francia quiere defender a Europa, pero a duras penas puede defenderse a sí misma. Para conseguirlo tiene que invertir un dinero que no tiene y quiere sea Alemania quien cargue con los gastos porque Macron lo vende como si fuera “defensa europea”.