“Intentamos ser de derechas, pero no funcionó y regresamos a la izquierda”. Esta frase pertenece a Joseph Oughourlian. Esta frase no tendría sentido si quien la pronuncia no fuera el CEO del fondo de inversión anglo-norteamericano Amber Capital: principal inversor del Grupo PRISA, así como uno de los principales accionistas de INDRA. Es considerado uno de los principales socios del gobierno español en esta empresa.
Dentro de los medios de comunicación españoles, solemos identificar a medios “de izquierda” y “de derecha”. Identificamos a La Sexta como un canal de televisión progresista. Pero vemos a Antena 3 “de derecha”; aunque obviamos que ambos canales pertenecen al mismo grupo mediático: Atresmedia. De la misma forma ocurre con el grupo Mediapro: dueño de los canales Cuatro y Telecinco. El control de los medios de comunicación por diferentes grupos económicos -que orientan la opinión pública- nos da la sensación de libertad de expresión e información. Es decir, hay libertad de expresión e información. Pero siempre dentro del marco normativo que permiten estos grandes capitales y el estado español.
Preparar a la población para morir
Estamos viviendo un contexto político que se acerca, cada vez más, a un conflicto internacional entre dos mundos. Entre un Occidente que se niega a caer y un mundo multipolar que tiene cada vez más fuerza. Es decir, vivimos en una realidad -como decía Antonio Gramsci- donde el viejo mundo no termina de morir, pero el nuevo no termina de nacer.
En el contexto europeo, Rusia se ha convertido en el enemigo de la narrativa de todos estos medios de comunicación. Y son éstos mismos los que empujan la opinión pública para crear un estado de opinión que justifique la futura guerra. Esta psicosis llega a tal punto que podemos ver -según estos medios- que Rusia se identifica como “antifascista”, pero a la vez “financia grupos fascistas que operan en Europa”. Es la Rusia de Schrödinger.
Y en este contexto de futuro conflicto, va a haber numerosas resistencias. Va a haber protestas, huelgas, manifestaciones… Va a haber sangre. Por eso hay que ir acostumbrando a la población para que interiorice al enemigo. Porque los costos de la guerra se quieren pagar a costa de los derechos de los trabajadores. Esos mismos que costaron -en su momento- protestas, huelgas, manifestaciones y mucha sangre. Esos mismos que ya estamos viendo recortarse.
En el estado español, vemos a fascistas desfilando por las calles y los platós de televisión. Decía Lenin que “el fascismo es el capitalismo en descomposición”. Esta afirmación es clave para entender la situación en nuestro país. Estamos siendo sumidos en un proceso de empobrecimiento que afecta a todas las esferas. Esto va a generar protestas. Es, por este motivo, por el que aparecen libremente estos grupos fascistas. Son las fuerzas de choque que necesita el estado y los grandes capitales para aplacar estas futuras protestas. Así surgió el Partido Nacional-Socialista Alemán (NSDAP).
Antifascismo y fondos de inversión
En España hay libertad de información. Eso sí, dentro de los marcos normativos que ofrecen los grandes capitales y el estado español. Hay lugar para que fascistas como Daniel Esteve (Desokupa) sean entrevistados. Pero también hay espacio para tertulianos antifascistas. Eso sí, antifascismo amable. Nada de criticar a los grandes capitales que financian a los grupos fascistas.
Como decía Oughourlian, principal accionista del Grupo PRISA y uno de los principales inversores de INDRA: “volvimos a la izquierda”. ¿En qué se traduce esto? Se traduce en que vemos a tertulianos “antifascistas” de la talla de Miquel Ramos en prime time, que ha tenido un ascenso meteórico dentro de los medios de comunicación. Entre ellos, los que pertenecen al señor Oughourlian. Por esto mismo, no es de extrañar que Ramos nos hable de lo fascista que es Putin. Eso sí, hablando desde el púlpito que le permite un señor de la industria armamentística que se lucra con la guerra. Por cierto, Israel y Ucrania son sus principales clientes. Es decir, la “objetividad» brilla por su ausencia. Jesús Cintora, Javier Ruiz, los Quequé, Broncano… La lista de bufones es larga.
La guerra, como decíamos, se quiere pagar con los derechos de los trabajadores. Pero eso va a generar resistencias. Van a surgir movimientos antifascistas. Por esto mismo, es indispensable que se dirija su opinión a un “antifascismo” respetuoso con los grandes capitales. No vaya a ser que surja un movimiento de respuesta a la guerra de la OTAN y la UE dentro de su propio corazón. O, peor aún: que además simpatice con los países emergentes y con ese nuevo mundo que decía Gramsci.
Pero estos engaños son muy viejos. Recordemos cómo los partidos socialdemócratas alemanes apoyaron al Imperio Alemán en la I Guerra Mundial o, como el PSOE apoyó a la dictadura de Primo de Rivera. El Imperio Alemán cayó porque fue la clase obrera alemana lo tumbó. De la misma forma que la dictadura de Primo de Rivera no logró someter a los trabajadores españoles, aún con la ayuda del PSOE.
Tengamos claro quiénes son nuestros amigos y quiénes nuestros enemigos. ¿Acaso los grandes capitales van a fomentar a quienes van contra sus intereses?
Fuente:
https://deverdaddigital.com/la-informacion-en-manos-del-capital-extranjero-2/