Fabricación de acero, Alexander Kuprin, 1930 |
Previamente, el visitante se tiene que preparar para oir y leer muchas chorradas, pero el sacrificio merece la pena.
Descubrirá que el arte soviético (al que califican como “realismo socialista”) no fue nada homogéneo, ya que la exposición muestra muy distintas tendencias.
A través de 132 obras, la exposición “Radiante porvenir” indica la complejidad del arte soviético, tan complejha por lo menos como el arte de cuaklquier optro país. “Todo fue más complejo e interesante de lo que se piensa”, destaca en una visita guiada la comisaria de la exposición y directora artística del Museo de San Petersburgo, Evgenia Petrova.
En el arte soviético se desarrolló una variedad de estilos, géneros y temas con diferentes significados ideológicos. El canon existente del trabajo realista socialista, además de la veracidad ideológica, sugería espectacularidad, narración, didacticismo. Estaba dirigido a los sectores más amplios de la población.
Ya en las primeras salas están presentes Lenin y Stalin, desde los momentos preparatorios de la Revolución por parte del primero o en la juventud del segundo, durante su deportación a Siberia por sus actividades revolucionarias.
En algunas obras los artistas se fijan en personajes anónimos de la sociedad, como una universitaria o una trabajadora, muchas veces femeninos, porque la mujer «tenía en la época soviética un rol muy protagonista», según Petrova.
En la década de 1920 y principios de la de 1930, el desarrollo estilístico del arte soviético estaba en marcha. Las obras de estos años incluyen una amplia gama de tradiciones cultivadas desde el arte arcaico al constructivismo; sin embargo, como resultado de la lucha, a mediados de los años 30, contra el formalismo se estableció como lenguaje oficial el realismo.
Un lugar importante en el complejo temático del realismo socialista fue ocupado por obras dedicadas al trabajo. Los artistas cantaron los éxitos de la industrialización, la construcción y la agricultura; en el camino de la colectivización, alabaron a los obreros avanzados y los campesinos koljosianos.
Muchos artistas dedicaron su trabajo al ejército y la armada: maniobras militares y desfiles, retratos e imágenes colectivas de soldados y comandantes, el equipamiento militar, la historia revolucionaria de las fuerzas armadas soviéticas; estas historias estaban llenas de eventos festivos, que organizaba periódicamente la dirección política del Ejército Rojo.
Las brillantes imágenes del arte soviético están dedicadas también a los temas de la juventud, la cultura física y el deporte. En la URSS el deporte tuvo una gran importancia, y la exposición le dedica una sala que, además, recorre acontecimientos históricos como la Segunda Guerra Mundial y, dentro de ésta, la batalla de Sebastopol o el sitio de Leningrado.
Asimismo, el museo presenta dos nuevas exposiciones temporales, la primera titulada «La mirada viajera», que muestra los numerosos viajes que plasmaron los artistas de ese país durante los siglos XIX y XX. Lugares tan diversos como Egipto, Palestina, Marruecos, Italia, Francia, España, Alemania, Suiza, Holanda, India, Estados Unidos, China o Japón fueron reproducidos por sus pinceles, y reunidos ahora en Málaga pueden ayudar a ver Rusia “como un país no tan cerrado como se piensa”, a juicio de la comisaria.
En los campos de la paz, Andrei Mylnikov, 1950 |