En 1812 Estados Unidos declaró la guerra a Gran Bretaña, citando entre los agravios la toma de marineros de los barcos mercantes estadounidenses para obligarlos a servir en la marina británica. Estados Unidos también se opuso a los bloqueos y licencias diseñados para impedir el comercio con la Francia napoleónica y al supuesto fomento por parte de Gran Bretaña del malestar entre los nativos americanos. Al mismo tiempo, el presidente estadounidense James Madison aprobó un ataque al norte, contra Canadá, en tres frentes.
La idea era una guerra relámpago, porque Gran Bretaña estaba ocupada con las guerras napoleónicas. La adquisición de Quebec debía ser el primer paso, como dijo el presidente Thomas Jefferson, como lo fueron las conquistas de Ontario y de la ciudad de Montreal. Los británicos controlaban los Grandes Lagos, por lo que podían trasladar tropas y suministros rápidamente, y disfrutaban del apoyo de los canadienses y de muchas tribus nativas, que no querían recibir a los estadounidenses como sus “libertadores”.
Estados Unidos no estaba preparado. Tenía un ejército de unos 12.000 hombres, mal entrenado, sin suficiente preparación y con generales excesivamente motivados para intentar lo imposible.
El 12 de julio de 1812 el general William Hull llevó a sus hombres a través del río Detroit hasta Canadá, donde inmediatamente emitió una procla escrita diciendo a los habitantes que serían “emancipados de la tiranía y la opresión”. Fue un ridículo espantoso. Después de un breve asedio a Fort Malden, el principal puesto avanzado canadiense, Hull y sus hombres fueron rechazados por un pequeño contingente de guerreros nativos, comandados por el jefe shawni Tecumseh, y las tropas del comandante británico Isaac Brock.
Los estadounidenses recibieron una información falsa que hablaba de que un gran número de nativos americanos se acercaban a Detroit. En agosto, Hull se vio obligado a rendirse. Casi al mismo tiempo, los británicos capturaron Fort Dearborn, en la actual Chicago, y un puesto avanzado estadounidense en la isla Mackinac, entre el lago Hurón y el lago Michigan. Posteriormente, Hull fue sometido a un consejo de guerra y condenado por cobardía y negligencia.
Más al este, el general estadounidense Stephen Van Rensselaer preparaba un asalto para el 11 de octubre a Queenston Heights, en el lado canadiense del río Niágara, pero un oficial desapareció misteriosamente con todos los remos de sus botes, mientras los nativos atacaban a las tropas, diezmándolas.
En la tercera fase del ataque, el general estadounidense Henry Dearborn marchó desde Albany hasta Plattsburgh, Nueva York, a orillas del lago Champlain, con la idea de capturar Montreal, pero los milicianos del estado se negaron a abandonar Estados Unidos y retrocedieron sin haber entrado siquiera en Canadá.
La expedición militar a Canadá se caracterizó por desastres, derrotas, desgracias, ruinas y muerte.
A comienzos del año siguiente, los soldados comandados por el futuro presidente William Henry Harrison destruyeron la flota británica en el lago Erie, capturaron el estratégicamente importante Fuerte George cerca de la desembocadura del río Niágara y recuperaron Detroit, luego capturaron Toronto, que entonces se llamaba York.
Los ingleses reaccionaron enviando nuevas tropas desde Europa, donde las guerras napoleónicas estaban llegando a su fin, y derrotaron a los americanos. Se firmó un tratado de paz para poner fin a una farsa absurda. Incluso se celebró un gran baile de reconciliación en la frontera de Detroit. Desde entonces, los ejércitos de Estados Unidos y Canadá no han vuelto a enfrentarse.
‘Hacer América grande de nuevo’
A la luz de lo que ocurrió hace un par de siglos, resulta curioso que, en pos de su lema de campaña “Hacer América grande de nuevo”, Trump haya vuelto a atacar a Canadá… aunque sólo sea con palabrería. Casi parece como si esta espina en el costado de los estadounidenses nunca hubiera pasado desapercibida.
Para Estados Unidos, la conquista de Canadá o al menos de una parte, junto con Groenlandia, significaría tener acceso no sólo a las numerosas fuentes de energía que se encuentran en esas regiones, sino también posicionar sistemas de armas de mediano alcance contra Rusia.
Pasar por el norte, por la zona polar, es más rápido y más barato que por el Canal de Panamá. Sin embargo, existe el inconveniente de la naturaleza inhóspita del territorio, por lo que es necesario organizar estrategias de gestión para el dominio de esos territorios.
Un Canadá más sometido es coherente con la apertura del Paso del Noroeste, la ruta marítima que atraviesa el archipiélago ártico canadiense, conectando el océano Atlántico con el océano Pacífico a través de aguas polares.
La accesibilidad del Paso del Noroeste abre nuevas posibilidades para el comercio marítimo y la explotación de recursos naturales, así como para alcanzar posiciones militares óptimas para “cercar” a Eurasia desde arriba. Sin embargo, esa situación ha planteado una serie de cuestiones geopolíticas, especialmente para Estados Unidos.
¿El Paso del Noroeste son aguas internacionales?
Uno de los principales puntos de disputa es el control de la ruta marítima. Canadá reclama soberanía sobre las aguas del Paso del Noroeste, clasificándolas como aguas interiores. Estados Unidos, por el contrario, considera el Paso una vía navegable internacional y sostiene que debería estar abierto a la navegación conforme a las normas del derecho marítimo. Esta divergencia refleja un conflicto de intereses, ya que el reconocimiento de la soberanía canadiense podría limitar la libertad de movimientos de Estados Unidos y otros estados.
La presencia de una ruta navegable en el Ártico aumenta la necesidad de vigilar y proteger las aguas del norte. Para Estados Unidos eso significa desarrollar tácticas militares e infraestructura en la región para evitar la intrusión de Rusia y China, que también están expandiendo su influencia en el Ártico.
En el plano diplomático, Estados Unidos podría haber mejorado sus ya íntimas relaciones con Canadá, pero Washington no negocia los aspectos estratégicos de su hegemonía, como el control de la navegación por el Ártico.
Lorenzo Maria Pacini https://strategic-culture.su/news/2025/01/10/quando-gli-stati-uniti-cercarono-di-conquistare-il-canada/