En agosto Estados Unidos aprobó la Ley de Reducción de la Inflación para bajar el déficit bajando los precios de los medicamentos con receta e invirtiendo en la producción de “energía limpia”, al tiempo que se crea empleo.
Gastarán 369.000 millones de dólares de subvenciones y exenciones fiscales para apoyar a las “empresas verdes”, lo que ha desatado la indignación de la Unión Europea que podría conducir a una guerra comercial transatlántica (*).
La fragmentación del mercado mundial sigue, pues, su curso implacable, esta vez por motivos seudoecologistas. Europa va a dar una “respuesta seria” a Estados Unidos. A la decepción porque Washington no persigue la paz en Ucrania, se suma la competencia desleal.
La ley entrará en vigor el 1 de enero y podría animar a empresas, como Basf, a trasladar las inversiones a Estados Unidos y animar a comprar vehículos eléctricos fuera de Europa. Los principales fabricantes de automóviles de Francia y Alemania ya han alzado la voz.
La medida proteccionista de Estados Unidos es especialmente mala para países, como Alemania, cuyas empresas han dejado de ser competitivas desde que no pueden comprar gas ruso.
Lo último que necesita Berlín son más incentivos para que las empresas abandonen Europa, y la UE quiere que Estados Unidos llegue a un acuerdo en el que sus empresas puedan aprovechar los beneficios de Estados Unidos. Las represalias de Europa no sólo serán arancelarias. Europa está acorralada y debe contraatacar.
La batalla puede llegar al interior de la OTAN porque es cada vez más evidente que la Guerra de Ucrania también va dirigida contra la Unión Europea.
(*) https://www.heise.de/tp/features/Nur-noch-fast-beste-Freunde-USA-und-Europa-steuern-auf-Handelskrieg-zu-7323642.html