En las últimas semanas Trump ha sugerido que los cárteles mexicanos de la droga deberían ser clasificados como “organizaciones terroristas” y que Estados Unidos debería combatirlos directamente.
Si el ejército estadounidense invadió Afganistán e Irak para “luchar” contra una “organización terrorista”, como Al Qaeda, lo mismo podrían hacer en México.
La Presidenta de México, Claudia Scheinbaum, ha tenido que salir al paso, exigiendo respeto a un país soberano.
Desde los años setenta la “guerra contra las drogas” iniciada por Nixon convirtió a Estados Unidos en el mayor consumidor mundial de drogas, una tentación para las organizaciones internacionales de traficantes, que da lugar a brutales peleas entre bandas callejeras que compiten por el mercado minorista.
Vastos territorios urbanos en grandes metrópolis estadounidenses están ahora controlados por bandas armadas fortalecidas por conexiones internacionales. La política antidrogas las ha convertido en auténticas organizaciones terroristas.
Durante su anterior presidencia, Trump ya estudió la calificación de los grupos de narcos como bandas terroristas, pero dio marcha atrás ante la fuerte oposición del gobierno mexicano, porque podía derivar en intervenciones militares estadounidenses en territorio mexicano.
Si Trump consigue sacar adelante su plan, el gobierno estadounidense estaría en condiciones de actuar de manera más decidida contra las empresas que tengan vínculos con cualquier etapa del proceso de producción y venta de drogas, lo que abarca desde las empresas de transporte hasta las empresas de productos químicos, pasando por las empresas agrarias.
El Derecho Penal del Enemigo
Existe una distinción fundamental entre el Estado que lucha contra un enemigo y el Estado que lucha contra un criminal. El primer tipo de confrontación es de naturaleza política, el segundo consiste simplemente en mantener el orden, es decir, la “acción policial”. Como terrorista el narco se coloca en una situación equivalente a la de un combatiente enemigo extranjero irregular, pero como se trata de agentes que están en territorio estadounidense (y que muchas veces tienen ciudadanía), estamos hablando de la adopción del Derecho Penal estadounidense.
Estados Unidos ya ha utilizado el Derecho Penal del Enemigo en otros casos relacionados con el terrorismo, como en la persecución de personas acusadas de estar implicadas con organizaciones, como Al Qaeda. Según el Derecho Penal del Enemigo, ciertas categorías de personas son consideradas “enemigos del Estado” y pierden la protección de los derechos civiles y penales con respecto a sus relaciones con el Estado. Es por esto que los acusados de terrorismo en Estados Unidos son rutinariamente encarcelados sin posibilidad de defensa y ocasionalmente enviados a prisiones como Guantánamo, donde son retenidos durante años sin comunicación ni acceso a un abogado.
Si tomamos como parámetro el modus operandi que utiliza Estados Unidos para “combatir el terrorismo” en todo el mundo, entonces podemos deducir que la lucha contra los narcos mexicanos podrían involucrar ataques con drones, operaciones de fuerzas especiales en misiones de operaciones encubiertas y otras operaciones híbridas en la zona gris.
No hace falta decir que estas operaciones no llevarán mayor estabilidad a México. Por el contrario, además de representar una violación a la soberanía mexicana, debilitarán aún más la legitimidad del Estado mexicano y sus instituciones, facilitando la fragmentación territorial de facto de México. Esto es lo que ocurrió en todos los países bombardeados por drones estadounidenses, como Somalia, Libia, Irak, Yemen y Afganistán.
La tendencia es que esto acelere las fuerzas centrífugas de México, intensificando el caos al que ya está sometido el país. Paralelamente, Trump pretende aislar a Estados Unidos de México y reforzar sus fronteras, con el objetivo de restablecer el orden en su país.
Este cambio también tendría repercusiones en términos de combate a las organizaciones criminales dentro del propio territorio estadounidense.
Las tendencias ‘caórdicas’ del imperialismo estadounidense
El proyecto de Trump parece responder a las tendencias “caórdicas” (*) de Estados Unidos en su fase decadente. El imperialismo, símbolo del orden, fomenta el caos más allá de sus fronteras, cuidando al mismo tiempo de asegurar que no puede surgir otro orden que el establecido por él.
La técnica caórdica es la superación dialéctica de las relaciones entre la metrópoli y la colonia en la medida en que ya no proyecta la fuerza para garantizar el orden en los países satélites, sino que hace borrón y cuenta nueva, tierra quemada, incluso en países que antes eran aliados. Según esta concepción, la restauración del orden en las zonas externas sólo es posible mediante la ampliación del centro, pues las “nuevas tierras” también pasan a formar parte del centro.
La consideración de los narcotraficantes como terroristas encaja en una lógica de propagación del caos. Desestabilizaría a México y serviría, a largo plazo, para la expansión del poder estadounidense en América.
Es dudoso, sin embargo, que esta decisión sea viable teniendo en cuenta que también repercutiría en la criminalización de las actividades de innumerables empresas que, normalmente de manera inconsciente, acaban implicadas en una u otra fase de las actividades de las organizaciones criminales.
Raphael Machado https://strategic-culture.su/news/2025/01/25/carteis-mexicanos-como-grupos-terroristas-que-esta-tras-do-projeto-trump/