Recientemente, Estados Unidos lo ha vuelto a admitir expresamente: está financiado a los terroristas en Siria, remunerándoles por la asistencia que le prestan. La agresión a Siria no es, pues, una iniciativa propia de los terroristas sino que éstos actuaran al servicio de aquellos.
Según el Pentágono los “rebeldes” sirios formados y seleccionados por Estados Unidos reciben una “indemnización” que oscila entre 250 y 400 dólares mensuales para actuar como fuerzas delegadas de Estados Unidos en Oriente Medio.
Reuters reitera (*) que el pago de la remuneración ha sido confirmada por el Pentágono, por el secretario de Defensa, Ashton Carter, y por la comandante de la Marina Elissa Smith, que han admitido que los terroristas tenían la condición de asalariados de Estados Unidos, es decir, de mercenarios.
La agencia de noticias también ha publicado un informe sobre las dificultades que ha encontrado el Pentágono para formar a sus escuadrones gratuitos a causa de la incapacidad para “analizar” de manera apropiada la deserción de mercenarios que abandonan su tarea tras recibir formación del ejército de Estados Unidos.
El Pentágono afirma que esos mercenarios no querían firmar un contrato para poder desertar tras recibir su entrenamiento militar. Después pasan a formar parte de Al-Qaeda o del Califato Islámico.
En Siria nunca ha habido una verdadera oposición “moderada” al régimen de Damasco. Recientemente a la Defense Intelligence Agency la han obligado de publicar documentos secretos en los que admitía que no solamente Estados Unidos sabía que la “rebelión” había sido organizada por las fuerzas de Al-Qaeda y Al-Nosra sino que esas organizaciones y otros similares trataron de crear un “principado salafista” en el este de Siria y al oeste de Irak. Los documentos de la Defense Intelligence Agency también muestran que Estados Unidos ha sostenido esos esfuerzos. En realidad, Estados Unidos dirige esa estrategia.
Estados Unidos no financia a los “rebeldes” sirios para luchar contra Al-Qaeda o contra el Califato Islámico. Financian terroristas y mercenarios yihadistas para trabajar en las filas de Al-Qaeda y del Califato Islámico, si es que no son ya miembros de esas organizaciones, para derrocar al gobierno de Bashar Al-Assad.
El descubrimiento de que Estados Unidos financia un ejército de mercenarios para derrocar a Al-Assad no es nuevo. La única novedad de esos informes recientes son las confesiones de que los terroristas aceptan cantidades de dinero ridículas para extender la barbarie y defender el imperialismo.