El mapa de las bases militares de Estados Unidos en Siria es un reflejo de las zonas que ocupan sus sicarios, bien sean yihadistas o bien sean kurdos. Hay zonas, como Rojava, que acumula más bases imperialistas que ningún otro y quizá sea por ello que algunos libertarios la califican como el “nirvana” de la autogestión.
Ahora en el norte de Siria los estadounidenses acaban de inaugurar su campamento militar número 26 en Al-Baghuz, en la provincia de DeirEzzor, cerca de la frontera con Irak.
Todos los campamentos militares de Estados Unidos se están reforzando con nuevos equipamientos. Las pistas de aterrizaje improvisadas para aviones de carga militares se están transformando en aeródromos militares con protección antiaérea y potentes dispositivos de guerra electrónica.
La presencia de bases militares norteamericanas se superpone a la de los principales yacimientos petrolíferos de Siria y los antiguos territorios del Califato Islámico.
Más de la mitad de las bases militares de los Estados Unidos se han establecido para contrarrestar las posiciones del ejército regular sirio e impedir que avance para recuperar el control de su territorio.
Lejos de una retirada, Washington está perpetuando su presencia militar en Siria, lo que equivale a una verdadera ocupación permanente que sus socios kurdos de las FDS (Fuerzas Democráticas Sirias) empiezan a encontrar incómoda.
Algunas facciones kurdas se sienten especialmente traicionadas porque creen que fueron utilizadas para luchar contra el Califato Islámico y liberar los territorios que esta organización terrorista había ocupado para que, al final, las fuerzas estadounidenses se atrincheraran allí e instalaran toda una red de bases interconectadas.
Parece que Washington ha decidido utilizar el norte de Siria como cabeza de puente para:
– contrarrestar la influencia iraní y cortar el continuo estratégico entre Irán, Irak, Siria y Líbano
– movilizar a las fuerzas sirias en el noreste para entretener a los esfuerzos de guerra sirios desde las estratégicas Alturas del Golán y el suroeste de Damasco
– separar a Siria de Irán en el caso de que Irán se convierta en un objetivo militar
– contrarrestar la presencia militar rusa en la costa occidental de Siria estableciéndose en la profundidad estratégica de Siria.
A largo plazo Washington cree que mantener una presencia militar directa en Siria e Irak es la única manera de continuar la política estadounidense en Oriente Medio, socavada por el fracaso de la “Primavera Árabe” y así asegurar la continuación del caos para proteger el flanco oriental y norte de Israel.
La base de Estados Unidos en Al-Tanf lleva mucho tiempo sitiada. Se produjo un sangriento enfrentamiento entre combatientes sirios progubernamentales apoyados por voluntarios iraníes y asesores rusos con la fuerza aérea estadounidense. Desde esa batalla, las tropas sirias se han limitado a vigilar desde una miríada de puestos de observación a más de 50 kilómetros de distancia de la base, que está rodeada de fuerzas auxiliares locales y de cobertura aérea desde Irak.
Por lo tanto, el relato de una supuesta “guerra civil” en Siria es pura desinformación mediática que oculta la invasión y ocupación de su territorio por potencias extranjeras, como Estados Unidos, Israel y Turquía.