La senadora Barbara Boxer le dijo que el acuerdo con los rusos podría no ser más que un “mercado de engaños” y el pressidente de la Comisión, Bob Corker, advirtió de que Rusia continuaría matando a los que calificó como “nuestros amigos y aliados”, es decir, a los yihadistas. En Estados Unidos consideran, pues, que las conversaciones de paz en un bando tienen a los amigos y en el otro a los enemigos, que no han cambiado desde 2011.
Tanto las preguntas de lo senadores como las respuestas de Kerry ponen de manifiesto, además, que la paz es un asunto espinoso para la Casa Blanca porque la intervención rusa les ha sorprendido profundamente divididos. No es exacto que no tengan un plan para la paz en Siria, sino que tienen varios y aún no han optado por ninguno y posiblemente tengan que esperar al candidato que salga de las próximas elecciones presidenciales.
Eso es lo que significan los planes A y B de Kerry, en los que el imperialismo da por sentado que sus peones sobre el terreno (“nuestros amigos y alilados”), tanto países enteros (Arabia saudí, Turquía) como milicias yihadistas (Frente Al-Nosra, Califato Islámico), seguirán siempre fieles a lo que ellos resuelvan.
A sus “amigos y alilados” los quieren meter en la misma jaula de grillos. A todos ellos y los interesados no siempre se muestran dispuestos. La piedra de toque del imperialismo en Oriente Medio sigue siendo Al-Qaeda, ahora lo mismo en los ochenta en Afganistán.
Cuando los comentaristas comparan la experiencia de Rusia en Siria con la de Afganistán, se olvidan de la de Estados Unidos al respecto. Aunque de momento en Washington dejan fuera de la mesa de negociaciones a ambos grupos (Frente Al-Nosra, Califato Islámico), hay quien quiere introducirlos en ella, especialmente al Frente Al-Nosra, que parecen esa “oposición moderada” que buscan los imperialistas y aún no han encontrado.
Ankara y Riad ya han dicho que no pueden permitir que el Frente Al-Nosra, en el que han invertido tantos esfuerzos, sea aplastado.
Además, Brett McGurk, el enviado especial de Obama dentro de la “coalición internacional”, dejó claro el martes en Washington en una rueda de prensa que la “oposición moderada” está entremezclada con los terroristas de Al-Qaeda.
Al-Qaeda enseñó a Estados Unidos en Afganistán que no podía utilizarles como carne de cañón, aprovechándose de ellos durante la guerra y olvidándose del terrorismo durante la paz. Como poco, Al-Qaeda no quiere pagar los platos rotos de la guerra de Siria, es decir, que la paz se construya a costa suya. No va a permitir que sus fuerzas sean aplastadas. Turquía y Arabia saudí tampoco.
Por eso el viernes en un comunicado oficial el Frente Al-Nosra rechazó el acuerdo de alto el fuego, poniendo a Estados Unidos en una situación muy difícil y legitimando y favoreciendo los planes del gobierno de Damasco y de Rusia cada día que pasa.
El Frente Al-Nosra ha puesto al descubierto la farsa de la “guerra contra el terrorismo” por parte de las grandes potencias: en Siria no ha habido nada parecido, sino un intento del imperialismo de derrocar a un gobierno por la fuerza “desde fuera”. Desde los tiempos de la Operación Ciclón, el apoyo al terrorismo nunca ha sido más decidido que en Siria.
Quien ha puesto al descubierto ese apoyo ha sido Rusia. Bastaron unas pocas semanas de colaboración aérea con el ejército regular de Damasco para demostrar lo que se puede lograr en una “guerra contra el terrorismo” de verdad. Pocas veces se ha logrado tanto con tan poco.