Hace unos días los medios difundieron unas palabras de Trump acerca del suministro de misiles Tomahawk a Ucrania, lo que ha vuelto a desatar los fantasmas que arrastra la guerra desde sus orígenes, especialmente el del “arma mágica” capaz de lograr que el balance de fuerzas se rompa en favor de la OTAN. a su vez estos fantasmas heredan a los de la Guerra Fría, cuando el “armas mágicas” eran los bombas nucleares porque, en efecto, cada guerra, sea fría o caliente, tiene sus propios símbolos.
Las palabras de Trump se interpretaron, a su vez, como su enésimo cambio de planes, que volvía al redil del apoyo a Ucrania, como en los tiempos de Biden. No le escucharon bien, por lo que el gañán de Vance tuvo que hacer de intérprete autorizado; nosotros no suministramos armas, las vendemos, aclaró.
Es una polémica que ya vivieron en Alemania en tiempos de Scholz. No sabían si entregar misiles de largo alcance a los ucranianos, que quizá podrían lazarlos sobre la retaguardia rusa como si fueran fuegos artificiales. Scholz dijo que no y Merz dice que sí, pero da lo mismo porque no se trata de lo que digan unos u otros. Las declaraciones oficiales no añaden nada a los campos de batalla; se hacen para uso y consumo de los medios de intoxicación, los tertulianos y los charlatanes.
Las razones son claras: con un alcance de 2.500 kilómetros, casi diez veces superior al de los misiles ATACMS estadounidenses, los misiles Tomahawk podrían amenazar objetivos militares estratégicos e infraestructuras críticas en toda Rusia, lejos de las fronteras de Ucrania, incluyendo Moscú y más allá. Es una manera de presionar a Rusia para que acceda a fumar la pipa de la paz.
En el Kremlin se tienen que morir de risa con esta riada de palabrería. No es la primera vez que Zelensky solicita misiles Tomahawk a Estados Unidos, lo que refleja el grado de desesperación en el que se encuentra el gobierno ucraniano. Al comienzo de la guerra presentó una solicitud similar al gobierno de Biden.
Si entregan misiles Tomahawk a Ucrania, la situación no va a cambiar nada, como sabe cualquier chusquero. Pero no pueden hacerlo porque no los tienen. El arsenal estadounidense de Tomahawk y sus sistemas de lanzamiento es demasiado pequeño y valioso como para que el Pentágono acceda a cederlo.
Si los tuvieran y se los entregaran a Ucrania, tampoco cambiaría nada porque el ejército ucraniano no tiene la capacidad para disparar esos misiles. Un misil Tomahawk se puede lanzarse de tres maneras: desde un destructor de misiles guiados, desde submarinos de las clases Ohio, Virginia y Los Ángeles, y desde el nuevo sistema terrestre Typhoon que está desarrollando el ejército estadounidense.
Ucrania no tiene nada de eso y, prácticamente, no tiene posibilidades de adquirirlas a corto o medio plazo. La Armada ucraniana es demasiado pequeña para estos sistemas de lanzamiento y carece de embarcaciones de superficie o submarinos de ataque, así como del personal necesario para operarlos.
Dados los desafíos que enfrenta la construcción naval y submarina estadounidense, es improbable que Washington considere vender estas plataformas a Ucrania. Si bien Ucrania podría contar con el personal necesario para operar el nuevo sistema terrestre Typhoon, es igualmente improbable que el Pentágono apruebe la venta de estos nuevos equipos a Ucrania.
Estados Unidos solo cuenta con dos baterías Typhoon operativas, y una tercera se encuentra en fase de planificación. Dos de estos sistemas están previstos para su uso en Asia y otro podría desplegarse en Alemania. El Pentágono aún no ha acordado vender este avanzado sistema a un aliado o socio, en parte debido a su rareza y a la sensibilidad de su técnica.
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