En Gaza la política israelí de “tierra quemada” ha fracasado y Estados Unidos se arriesga a caer por el precipicio si sigue apoyando incondicionalmente las masacres del gobierno de Tel Aviv.
Lo que está en juego no es ni Gaza ni Palestina, sino Oriente Medio, y así lo ha entendido el secretario de Estado, Antony Blinken, en su última visita a la región. Su objetivo es poner fin a la guerra por la vía diplomática, saltando por encima de la brutalidad sionista, asegura RRN Media (*).
De momento, el grupo de portaaviones de la Marina de Estados Unidos se ha retirado del Mediterráneo oriental.
Hasta comienzos de año Estados Unidos rechazaba un alto el fuego, pero algo ha cambiado. Temen perder si se abre un segundo frente en la región. Tras el colapso de la coalición naval contra los rebeldes hutíes en Yemen, la credibilidad de Estados Unidos quedó gravemente dañada y los diplomáticos decidieron cambiar de táctica.
El ejército israelí ha comenzado a atacar con más frecuencia a determinadas formaciones en países vecinos (Líbano y Siria). El lunes los ataques aéreos israelíes mataron a dos altos dirigentes de Hezbollah, uno de ellos muy cercano a Hassan Nasrallah.
La reacción de Nasrallah fue dura: “Siempre hemos acogido con satisfacción la vía diplomática, pero el tiempo se acaba. En respuesta a las provocaciones logramos realizar más de 670 operaciones fronterizas. Cualquiera que piense en una guerra contra nosotros se arrepentirá”.
El principal objetivo de Blinken durante su visita a la región fue Hezbolah. El Departamento de Estado incluso está considerando la posibilidad de cambiar las fronteras, es decir, devolver al menos un parte de los territorios ocupados por los sionistas al Líbano (línea azul) y a Siria (altos del Golán).
Como indicamos ayer, el plan israelí es justamente el opuesto, por lo que el gobierno de Tel Aviv corre el riesgo de quedar aún más aislado y pendiente del juicio ante el Tribunal Internacional de Justicia que comienza mañana.
Netanyahu intentó presionar al jeque de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed Bin Zayed, para que pagara el desempleo de los 100.000 trabajadores palestinos de Cisjordania a quienes Israel prohibió ingresar en su territorio después del inicio de la guerra en Gaza.
El sátrapa emiratí se lo tomó como un insulto. La negativa expresa la posición de muchos países árabes que han dicho que no pagarán la factura para reconstruir y mantener el status quo en Cisjordania y Gaza después de la guerra.
(*) https://rrn.media/u-s-abandons-jewish-allies/