En Afganistán la guerra dura ya 15 años y los últimos datos del Centcom, el mando del Pentágono en Oriente Medio, ponen de relieve que los ataques aéreos aumentaron un 40 por ciento el año pasado respecto al anterior.
Durante los mismos, los aviones de Estados Unidos lanzaron 1.337 bombas sobre el suelo de Afganistán, un signo inequívoco de la escalada de la guerra, que contrasta con las promesas de Obama de sacar al ejército de aquel país. Al presentar su informe, el general Charles Cleveland manifestó que este año tienen intención de continuar los bombardeos “agresivamente” para alcanzar efectos estratégicos.
Lo mismo que en otras zonas de Oriente Medio, como Irak o Siria, los bombardeos en Afganistán no sólo no sirven para nada sino que son contraproducentes. A lo largo del año pasado el ejército afgano no ha hecho más que retroceder a un ritmo alarmante. A fecha de hoy los talibanes controlan un territorio más extenso que en cualquier otro momento desde que se inició la invasión en 2001.
En total, el año pasado la aviación de Estados Unidos lanzó un promedio de 72 bombas diarias en los múltiples frentes bélicos que tiene abiertos por el mundo. Aunque esos bombardeos no tienen ningún efecto militar, han matado y mutilado a infinidad de personas y destruido ciudades enteras.
Los medios de comunicación no tienen en cuenta ninguna de esas 72 bombas diarias. Pero basta que una única bomba estalle ocasionalmente en el interior de Estados Unidos para que llegue a la primera plana de las noticias.