Grecia no sólo tiene un problema de dinero. En la reciente visita de Merkel a la Casa Blanca, Obama le dijo que Alemania tenía que solucionar la bancarrota “para bien de occidente”. Han leído Ustedes correctamente: no para bien de Grecia sino de Occidente. El país heleno plantea un problema estratégico, pero quien tiene el problema no es Grecia sino el imperialismo. Es a ellos a quienes conviene solucionarlo.
A través de su portavoz, el New York Times, Obama presiona a Merkel y le dice lo que tiene que hacer: no debe orientarse por la política interior de su país; lo que debe hacer es tomar las riendas de la Unión Europea. Allá como acá todos aseguran que la salida de Grecia del euro sería catastrófica, pero no para Grecia sino para Europa, que tendría cientos de miles de millones de pérdidas que harían las finanzas inmanejables.
Grecia entró en la zona euro por consideraciones geopolíticas y sólo se mantendrá en ella por las mismas razones. Si hay que volver a falsificar los libros de contabilidad, como hizo Mario Draghi en 1999, se volverá a hacer ahora como se hizo entonces y todos cerrarán los ojos igual. ¿No se lo han contado a Ustedes?, ¿se lo han contado al revés? Pues sepan que cuando Draghi era uno de los máximos responsables en Europa de Goldman Sachs, asesoró al Primer Ministro griego Kostas Karamanlis para ocultar la verdadera magnitud del déficit griego. Esa ocultación condujo a la actual crisis de la deuda. Por eso en junio de 2011 el Parlamento Europeo preguntó a Draghi por sus actividades al frente de Goldman Sachs en relación al falseamiento de la contabilidad griega.
Pero la falsificación de las cuentas de Grecia ya no tiene remedio. Ahora el problema es que caiga en las garras de Rusia o China como estuvo a punto de caer en 1947. Según el New York Times ambos países “están a la espera de dividir y debilitar a la Unión Europea”. Si a Merkel le regalan un mapa, verá que Grecia es la última frontera europea antes de ese caos que se llama Oriente Medio y si le regalan un libro de historia se apercibirá de que la Guerra Fría empezó en Grecia y que a Grecia lo metieron en la OTAN lo mismo que en el euro: a pesar de que no es un país atlántico ni tampoco del norte. Si a Merkel le regalan los balances contables de Grecia verá que se gasta el dinero en comprar armamento (a Alemania). Si le regalan los Diálogos de Platón se enterará de que la civilización occidental, esa de la que tanto alardean, nació en Grecia.
La vicepresidenta del Banco Central de Alemania, el Bundesbank, Claudia Buch, declaró hace poco al diario “Rheinische Post” que si bien es posible valorar los efectos directos, “nadie sabe cuáles serán los efectos indirectos” de la crisis griega. Pues nosotros tenemos una bola de cristal que nos da el siguiente augurio: si a Grecia la expulsan del euro, lo más probable es que Gran Bretaña abandone la Unión Europea en 2017.
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¡Solución? Pues destruir cuanto antes China, Rusia y afines a fin de integrarlos en la órbita occidental y que se estén a lo que diga el GRAN JEFE (el capital occidental, cuyo poderío emana tanto de su voluntad incondicional de poder, como de su brillo de cara a los adoradores del becerro de oro). Después vendría la militarización de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado para poder hacer en "el interior" (por todo el mundo, al estilo USA-UE), lo que se les apetezca contra los subordinados. (Una historia que por compleja y extensa sería prolijo explicar aquí y, aparte de que no es el lugar, tampoco tengo ganas: ¡Total pa' qué!)