Estados Unidos ha impuesto aranceles de hasta el 145 por cien a productos chinos, afectando desde bienes de consumo hasta equipos tecnológicos y médicos. Si bien algunas mercancías, como los móviles, han escapado a los incrementos, otras medidas, como la eliminación del umbral de exención de 800 dólares para paquetes pequeños, apuntaron directamente a plataformas chinas de distribución, como Shein y Temu.
Los aliados de Estados Unidos tampoco se han salvado. Desde marzo, también se aplican aranceles del 25 por cien al acero, al aluminio, a los automóviles y a los repuestos en Canadá, la Unión Europea, México y Australia. A esta medida se añadió un recargo del 10 por cien a la mayoría de las importaciones, afectando directamente a las cadenas de suministro mundiales.
En medio de esta guerra económica, Ryanair ha considerado públicamente cambiar de proveedor para sus futuros aviones, planteando la posibilidad de recurrir a COMAC, el fabricante chino del C919. La aerolínea irlandesa de bajo coste ha condicionado la continuación de su enorme pedido de 330 aviones Boeing 737 Max, estimado en 30.000 millones de dólares, a la estabilidad de precios, que se ha visto afectada por las políticas aduaneras estadounidenses. COMAC, cuyo avión insignia entró en servicio en China en 2023, sigue excluida de los mercados europeo y norteamericano.
La declaración de Ryanair provocó una rápida reacción en Washington. El congresista Raja Krishnamurthi envió una amenaza clara al director de la aerolínea, Michael O’Leary, con la misma cantinela de siempre: COMAC tiene vínculos con el ejército chino y el diseño del C919 se basa en la transferencia ilegal de tecnología occidental. Krishnamurthi llamó a las aerolíneas occidentales a no hacer negocios con fabricantes vinculados a “estructuras militares extranjeras”, considerando que tales relaciones son contrarias a la seguridad y los intereses económicos de sus respectivos países.
En el mundo hay que mirar con lupa a las empresas que fabrican aviones para comprobar si existe alguna que no tenga vínculos con sus respectivos ejércitos.
Mientras COMAC intenta establecerse como una alternativa a los monopolios Airbus y Boeing, la falta de certificación de sus aviones fuera del mercado chino sigue siendo un obstáculo importante. Ninguna aerolínea occidental ha realizado pedidos, lo que refuerza la idea de que la integración del fabricante chino en la aviación comercial mundial sigue siendo limitada.
Las declaraciones estadounidenses contra Ryanair ponen de relieve las presiones políticas que pesan sobre las decisiones industriales en Europa, en un momento de guerra comercial. El enfrentamiento entre Washington y Pekín va ahora más allá de las consideraciones económicas y afecta incluso a las cadenas de producción del transporte aéreo. Para las aerolíneas europeas como Ryanair, esto podría complicar las perspectivas de diversificación.
Ante el nuevo bloqueo estadounidense a la COMAC, Pekín podría responder en varios frentes. Podría tratar de fortalecer la posición de COMAC apoyando activamente el desarrollo de sus exportaciones a países que no aceptan las restricciones occidentales, particularmente en el mundo árabe, África o América Latina.
Descubre más desde mpr21
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.