Uno de los miembros del grupo dijo en un momento de la película «los blancos siempre están preocupados por la democracia: Que nos dejen el país a nosotros, y que ellos se queden con su democracia».
Esto viene a cuento con algunas cosas que pasan en España, y que no tienen parangón ni paralelo con otros países. Se hablaba en estos días de «pobreza energética», refiriéndose a la falta de dinero para pagar la electricidad y tener calefacción. Se utiliza ese eufemismo para no decir que hay pobreza -a secas-; y esto es una forma de falsificar los hechos que usa la clase dirigente para embaucar y no hablar de lo que han hecho: empobrecer a los ya pobres un poquito más.
Otro ejemplo es el hablar de «populismos» en tono despectivo. El PP (Partido podrido) y el PSOE no son populistas. Populistas son aquellos que denuncian las graves condiciones en que viven los sectores populares y los que señalan a los culpables de esa situación.
Otra de las cosas que llaman la atención es la negativa a quitar los nombres y símbolos fascistas del franquismo. Nos dicen que «no hay que remover el pasado» que «hay que olvidar». Soy de los que piensan que la memoria de las personas no se puede borrar como se borra con una goma de borrar. La gente no pierde la memoria salvo cuando sufre de amnesia, o la enfermedad de Alzheimer; y no es posible que millones de personas sufran esas enfermedades.
Me pregunto también si a alguien se le pasa por la cabeza que en Alemania haya calles, plazas o lugares públicos que se llamen Adolf Hitler o Heinrich Himler, o Herman Goering. ¿Verdad que no?
Sería posible acaso que en Italia haya lugares públicos que se llamen Benito Mussolini o Conde Ciano o General Badoglio o General Mario Roata. Tampoco.
Sin embargo en la toponimia española de ciudades y pueblos existen numerosos lugares con el nombre de Francisco Franco, de Onésimo Redondo, de José Antonio, y en la Academia General Militar en Zaragoza, donde se forman los futuros oficiales de los ejércitos hay una estatua ecuestre del General Franco.
La explicación de todo esto reside en el hecho de que en Alemania y en Italia el fascismo fue derrotado en la guerra, y en España el fascismo se disfrazó de demócrata y produjo el fruto podrido de la «transición», que no fue otra cosa que la «transacción» entre los partidos «democráticos» y el fascismo, en una pirueta propia de el genial Lampedusa que le hace decir al Gattopardo «que todo cambie para que todo siga igual».
Otra de las peculiaridades de España, es que la «leal oposición» al PP, sea el PSOE, partido similar al PP. La pelea entre ambos está motivada por ver quién de los dos administra mejor los intereses de la burguesía, y entre tanto hay otro partido que se llama Unidos Podemos que nuclea a los «verdaderos socialdemócratas»; a aquellos que se reclaman auténticos transformadores de la sociedad, y que son acusados por PP y PSOE de «populistas». Es curioso como la palabreja ha tomado carta de naturaleza y sirve para descalificar toda crítica. El populismo, no es otra cosa que la demagogia; y la demagogia consiste el alabar al pueblo y decirle lo que el pueblo quiere oír; es decir, que es mentirle al pueblo que es lo que están haciendo todos los partidos surgidos de la «transacción».
Seguiremos informando.