Los Estados Unidos, el verdadero gestor de la matanza, que ha destruido un país con estándares de vida europeos, generado más de 500 mil muertos, siete millones de desplazados internos y unos cuatro millones de refugiados fundamentalmente en Turquía, y el resto disgregados en varios países tanto de Europa, como de Medio Oriente, (Líbano y Jordania), se niega a reconocer la derrota.
La nación siria no solo no ha podido ser vencida, sino que su presidente, Bashar al-Assad, y los lineamientos de su proyecto político consiguen cada vez más importantes índices de popularidad en su pueblo, a pesar de que esta guerra, ha demolido el sistema productivo y la economía siria. El gobierno ha conseguido mantener con vida decenas de ciudades, cientos de pueblos y miles de aldeas, evitando el ansiado desguace, como está sucediendo en Libia, y que era el plan original del Departamento de Estado para este país.
No poder derrotar a al-Assad, significaría un durísimo golpe para los planes de Estados Unidos en la región, ya que la subsistencia siria, como lo fue hasta ahora, podría concretar los planes de Teherán de llegar con su petróleo a los puertos del Mediterráneo sirio, rumbo a los mercados europeos, en detrimento de los sauditas, cada vez más desestabilizados por lo insostenible de su sistema “feudal” jaqueado por rencillas palaciegas y la guerra en Yemen, que no ha podido resolverse en casi tres años, a pesar de la ayuda de Washington y Tel-Aviv.
Siria, era una pieza fundamental para los Estados Unidos, en la guerra tantas veces postergada contra Irán, que quizás sea “el peor ejemplo” para la región, un país que está cumpliendo 39 años de una revolución que se ha impuesto pese a todos los impedimentos articulados desde Washington, entre ellos: la prolongada guerra con Irak, los innumerables sabotajes y boicots económicos, la guerra solapada que Israel libra frente al único y determinante enemigo en la región. Por estas cuestiones es fundamental para los Estados Unidos vencer en Siria, lo cual significa dar un golpe demoledor a Irán.
Las torpezas tanto de la presidencia de Barack Obama y su continuador Donald Trump, han consolidado la alianza entre Moscú, Damasco y Teherán, a la que por momentos habría que agregar a Turquía y Pakistán, la única nación musulmana con poder nuclear.
La reciente y desesperada decisión de la Casa Blanca de blanquear su presencia en territorio sirio, con la excusa de colaborar con el Ejército Libre Sirio, estira la cuerda para crear problemas al presidente Vladimir Putin, en el foco de la atención mundial ya que el próximo 18 de marzo se realizarán las elecciones presidenciales, que en todas las encuestas lo marcan como un claro vencedor. Este “tramite”, como todos, sin embargo puede fallar, más aún si se viera obligado a profundizar su intervención en Siria, arriesgando más hombres. Sin olvidar, también que Rusia será la sede del próximo mundial de fútbol entre los meses de junio y julio, evento que pondrá al país en la mirada del mundo, por lo que cualquier falla será amplificada de inmediato a cientos de millones de personas.
Como animales de carroña, tanto los Estados Unidos, como el enclave sionista en Palestina y Turquía giran en torno al cuerpo exhausto de Siria.
El presidente Trump insiste en mantener su apoyo al ELS, mientras Tel-Aviv, ataca con su aviación “objetivos iraníes” en territorio sirio, tensando la cuerda al punto de una confrontación abierta con Teherán, mientras Ankara con la excusa de combatir la resistencia kurda ataca abiertamente el distrito de Afrin, al norte de Alepo.
El Secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, ha explicitado los cinco puntos del porque de la intervención del ejército, que incluyen: la “expulsión” de Daesh, cuestión prácticamente resuelta: las fuerzas sirias están barriendo las últimas posiciones del Daesh, en el barrio de al-Ghutta oriental, a un importante costo de víctimas civiles, pero estas fuerzas terroristas son las mismas que asisten los Estados Unidos. Tillerson también manifestó que se intenta frenar la presencia de Irán, cortando así lo que se conoce como la “Media Luna Chiita”, que incluye además de Siria e Irán, a Líbano y Yemen, al sur de la Península Arábiga. Además Tillerson ha propuesta acelerar el retorno de los refugiados sirios y la reconstrucción del país, un monumental negocio del que sin duda los buitres de Wall Street no querrán mantenerse aparte.
Aunque como es claro los objetivos fundamentales son netamente militares, esto pasa por sustituir de cualquier modo a al-Assad, quien, de mantenerse, será una influencia demasiado importante para la región. Para ello está utilizando a los kurdos sirios, que hasta hace poco tiempo era considerada como una organización terrorista.
En la noche del 7 y 8 de enero de este año, más de un centenar de combatientes sirios sunnitas leales al gobierno sirio fueron atacados por la aviación norteamericana en Deir es-Zor, donde pugnaban por conquistar una planta productora de armas tóxicas controlada por miembros del Daesh y los milicianos kurdos.
Por su parte, la presencia sionista en Siria, se ha intensificado tras ser abatido un avión de combate este último sábado 10 por las baterías antiaéreas del EAS. El F-16 judío es el primero en ser derribado desde 2006. Usando la caída del caza, el ejército sionista ha desplegado una serie de ataques con artillería contra los puntos desde los cuales se estima partieron los misiles que destruyeron el avión, intensificando la escalada de violencia en la región, que aparentemente está al borde de una nueva guerra. Solo en una semana, además del F 16 sionista, fueron derribados un caza Sukhoi 25 ruso y un helicóptero de combate turco. Aunque hay versiones que hablan de un segundo caza y un helicóptero apache judíos destruidos, mientras operaban en cielo sirio.
El promocionado y nada efectivo Congreso del Diálogo Nacional Sirio, que a instancias del presidente Putin y patrocinado por Irán, Rusia y Turquía y boicoteado por las potencias occidentales y grupos políticos y paramilitares vinculados a Arabia Saudita y la nación kurda, se desarrolló en la ciudad rusa de Sochi, entre el 29 y 30 de enero pasados. Allí se dieron cita unos 1.500 delegados de las múltiples minorías étnicas y religiosas del país, como los kurdos, drusos, turcomanos, chechenos, georgianos, beduinos, armenios y alauitas, cristianos de todas las iglesias y obviamente musulmanes, tanto sunnitas, como chiitas. El fracaso de Sochi dejó en evidencia a quiénes quieren encontrar una salida a esta guerra y a quiénes intentan profundizarla.
Probados todos los caminos, día a día la situación en Siria amenaza con derivar en un conflicto de proporciones mucho más importantes de las que soporta el país desde principios de 2011.
Las políticas de Estados Unidos y sus socios regionales, sumadas a las acciones terroristas de Israel, que parecen ya operar sin el control de Washington, están llevando a que la hoguera de Medio Oriente pueda extenderse más allá de las fronteras sirias, por lo que queda claro que cuando se hable del porqué de la guerra en Siria, se deberá parafrasear la cita que hizo famoso a James Carville, el jefe de la campaña electoral de Bill Clinton de 1992: son los Estados Unidos, estúpido.
https://factornoticia.com/2018/02/17/siria-son-los-estados-unidos-estupido/