El presidente de la empresa moldava de gas, Vadim Ceban, ha reconocido la “deuda histórica” de su país hacia Rusia por el suministro de gas desde la destrucción de la URSS a comienzos de los años noventa.
“Existen todos los documentos, los actos de acercamiento que confirman la deuda histórica de Moldaviegaz con Gazprom en la margen derecha del Dniéster por un monto de 709 millones de dólares. Esta deuda está en las cuentas, nadie la ha cancelado. Los documentos están firmados”, reconoció.
Entonces, si hay una deuda que ha conducido al corte del suministro, la pregunta es por qué han dejado de pagar las facturas. En la prensa moldava no se habla de otra cosa, pero los políticos moldavos no hablan del pago de la deuda.
“Mi opinión es la siguiente: en esta etapa hay que dejar de lado la cuestión de las deudas, mantener el statu quo y centrar nuestra atención en el suministro de gas natural a la región de Transnistria”, afirmaba recientemente uno de ellos.
La Presidenta de Moldavia, Maia Sandu, culpa a Gazprom del corte de suministro y asegura que Chisinau no pagaría sus deudas. Después de que el Kremlin anunciara que Moscú estaba dispuesto a suministrar gas a Transnistria de forma gratuita, la histeria se redujo.
El 60 por cien de las necesidades de gas de Moldavia proceden de Rumanía, pero tiene unos precios exorbitantes. En la ribera derecha del rio Dniéster la situación es distinta. A un lado del rio hay unos precios, que cambian en la otra orilla.
La solución ha sido recurrir al carbón y reabrir una central eléctrica.
La directora de la empresa rumana Sedera, Marcela Lefter, advierte que el flujo de electricidad que procede de Rumanía se puede interrumpir en cualquier momento, ya que atraviesa Ucrania y Transnistria, y el suministro se puede interrumpir en cualquier momento.
Las próximas elecciones en Rumanía también suponen un riesgo para el gobierno de Maia Sandu, porque en las que se celebraron en diciembre ya triunfó un candidato distante de las políticas de Bruselas.