En las últimas guerras se ha perdido el sigilo

Desde hace cien años la estrategia de las potencias imperialistas ha confiado en que la aviación sería el arma definitiva para imponer su supremacía militar. Las mejores expresiones de ello fueron los bombardeos contra la población civil en la Segunda Guerra Mundial. Primero los alemanes bombardearon Londres, luego los británicos bombardearon Dresde y los estadounidenses hicieron lo propio con Tokio, además de Hiroshima y Nagasaki, causando cientos de miles de muertes completamente inútiles.

De su doctrina militar nació la carrera por conquistar la supremacía aérea, que las defensas antiaéreas pusieron en cuestión. Los radares podían detectar a los bombarderos y derribarlos con disparos certeros desde baterías instaladas en el suelo.

En los años setenta la réplica fue la tecnología furtiva: aviones incapaces de ser detectados por los radares. Así surgió el programa “Have Blue” que condujo a la fabricación en los ochenta del caza de penetración F-117 y al programa ATB (“Bombardero de Tecnología Avanzada”) del que surgieron los bombarderos B-2 en la década siguiente, así como los F-35.

Durante la guerra de los 12 días contra Irán, Israel dijo que dominaba el espacio aéreo iraní, Irán dijo lo mismo y Estados Unidos dijo que había enviado a los B-2 a destruir las centrales nucleares iraníes.

Las nuevas tecnologías han demostrado que, en contra de lo que dicen los manuales, la aviación militar ha perdido la partida frente a los radares, los nuevos sensores, la detección cuantica y las defensas antiaéreas. La superioridad aérea ha quedado obsoleta. El futuro está en los drones y los misiles, especialmente los hispersónicos.

El enfrentamiento de los 12 días contra Irán ha demostrado que hoy las guerras se pueden hacer a distancia. Dos países sin fronteras comunes, Irán e Israel, han combatido por encima de los países interpuestos.

Los submarinos furtivos también se han quedado obsoletos

Lo mismo cabe decir de los submarinos nucleares furtivos de la clase Virginia y Seawolf. China ha desarrollado una nueva tecnología de detección de submarinos. El país asiático supera a Estados Unidos en número de buques de superficie, por lo que hasta ahora la principal fuerza de la Navy eran los portaaviones, cada vez más vulnerables a los misiles hipersónicos, y su flota submarina.

Los submarinos detectables se pueden destruir fácilmente debido a que navegan a velocidades muy bajas. Por lo tanto, la característica más importante de un submarino es su sigilo, su capacidad para evadir la detección. Los submarinos estadounidenses más avanzados emplean recubrimientos fonoabsorbentes muy sofisticados y sistemas de propulsión silenciosos, que son extremadamente difíciles de detectar con métodos acústicos tradicionales, como el sonar.

Pero la Universidad Politécnica del Noroeste de Xian ha desarrollado una nueva tecnología de detección de submarinos, la Detección de Anomalías Magnéticas (MAD), que rastrea las estelas dejadas incluso por los submarinos furtivos (*).

Los submarinos dejan una estela magnética detectable mediante magnetómetros aerotransportados. Se llama “estela Kelvin” y se produce cuando los submarinos surcan el agua. Esta estela, previamente estudiada para la detección de imágenes de radar, genera un campo magnético débil pero detectable cuando los iones del agua de mar, perturbados por el movimiento, interactúan con el campo magnético terrestre.

Los científicos chinos han cuantificado las variaciones de estas señales magnéticas en función de la velocidad, la profundidad y el tamaño del submarino.

Los sistemas de sónar convencionales presentan limitaciones significativas para detectar incluso los submarinos furtivos más sofisticados, especialmente en aguas poco profundas como el estrecho de Taiwán. La falta de propagación esférica del sonido reduce la eficacia de los sónares de baja frecuencia, lo que provoca la absorción de energía por el fondo marino y reflexiones superficiales. Esta canalización del sonido limita el alcance y la precisión de la detección.

Además, los submarinos furtivos modernos evaden la detección acústica tradicional gracias a recubrimientos fonoabsorbentes y propulsión a chorro. Sin embargo, las estelas magnéticas persisten mucho después del paso de un submarino, dejando rastros en los campos magnéticos oceánicos. Estas estelas magnéticas no se atenúan, proporcionando un rastro persistente del paso del submarino.

Si bien ninguna técnica garantiza la detección de submarinos por sí sola, China está integrando el rastreo magnético en una red de eliminación multicapa que incluye matrices acústicas, satélites, drones, sensores de fondo marino y algoritmos de inteligencia artificial para fusionar flujos de datos.

(*) https://huabinoliver.substack.com/p/china-develops-magnetic-wake-technology


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