“Los policías cometen abusos todos los fines de semana”, dijo una joven de 18 años que vive en la calle principal de la favela, en el suroeste Sao Paulo. Por temor a represalias, la mayoría prefiere no dar su nombre.
Fue en esa calle, Ernest Renan, donde las nueve víctimas murieron pisoteadas la madrugada del domingo cuando varios policías irrumpieron en una fiesta al aire libre. La versión oficial es que los efectivos perseguían a dos personas que disparaban desde una moto, pero los vecinos tienen un relato diferente.
“Todos los fines de semana ocurre lo mismo. Arranca el ‘baile funk’ y la policía llega y empieza a correr a la gente. Ahí escuchamos los gritos, los jóvenes se desesperan, intentan huir, aquí se esconden hasta unos cien”, dijo otra vecina de 42 años señalando al estrecho callejón donde los efectivos acorralaron y golpearon a asistentes a la fiesta, según registraron vídeos de locales.
Paraisópolis concentra casi 100.000 habitantes en un kilómetro cuadrado. Su calle principal es trajinada y está llena de comercios. Las construcciones, muchas en ladrillos sin revestimiento, se levantan de forma desorganizada. La mayoría no tiene servicios básicos y marañas de cables cuelgan entre poste y poste. Aquí no llega ni un taxi de afuera.
En la entrada de la favela se realiza de jueves a sábado “el baile del 17”. Este “baile funk” se ha vuelto tan conocido que miles de jóvenes vienen de otras ciudades. La madrugada del domingo había unas cinco mil personas. Los nueve fallecidos tenían entre 14 y 23 años y no eran de la comunidad.
Un “baile funk” es una enorme fiesta de calle musicalizada con “funk”, ritmo que nació en las favelas influenciado por el hip hop. El “baile del 17” comenzó hace casi diez años frente a un bar con ese nombre, cuentan los vecinos.
El bar desapareció pero la fiesta creció, y no todos en Paraisópolis lo disfrutan. “Aquí hubo gente que hasta se mudó por eso, el ruido es insoportable, no te deja dormir”, dijo la vecina de 42 años.
Gloria Maria, de 20 años, difiere. Para ella, promotora cultural de la comunidad, el “baile funk” es una forma económica de divertirse.
A favor o en contra, los vecinos coinciden en que la acción policial es estigmatizadora y racista.
Gabriela Santana, de 21 años, reconoce que en el “baile del 17” hay drogas y sexo, “igual que en las fiestas de ricos. La diferencia es que el funk es criminalizado, es racismo”, afirma.
“En la plaza Puesta del Sol [en un barrio noble de Sao Paulo] todo el mundo fuma marihuana para ver el atardecer. ¿Y la policía llega con bombas ahí? El problema es que somos negros y pobres”, dice Lions Pacs, un rapero de 23 años que cumplió dos años de cárcel y dice tener tanto miedo de la policía que en días como el domingo no se atreve a mirar por la ventana.
En Paraisópolis, vecina de la rica urbanización Morumbi, hay una cancha de fútbol y un parque clausurado. El cine más próximo queda a media hora de autobús.
“Nunca entré al baile”, dice una joven de 23 años. “No me gusta, pero si la policía quisiera impedir el baile, vendría temprano. Pero ellos vienen tarde porque les gusta golpear a pobres y favelados”, agrega.
“La policía siempre comienza con bombas, luego lanza gas lacrimógeno, uno lo siente dentro de casa porque la garganta comienza a arder. Después se escucha la gritería, la gente pidiendo socorro”, dice su hermana de 18 años que muestra un vídeo donde se ve a policías dando porrazos a personas acorraladas en un callejón.
La policía dijo que investigará la acción policial para determinar si hubo excesos. “Luto” fue escrito en letras blancas en la calle donde ocurrió la tragedia y donde a partir del jueves, las hermanas creen, “ocurrirá todo de nuevo”.
https://es-us.noticias.yahoo.com/brutalidad-policial-rutina-denuncian-vecinos-tragedia-favela-sao-200924485.html