a) el ejército sirio y sus aliados son como los nazis
b) los yihadistas han sido injustamente perseguidos, son los antifascistas
Al enlazar con la Segunda Guerra Mundial los propagandistas del imperialismo hacen tabla rasa de los crímenes cometidos por sus amos a lo largo de medio siglo, por su insignificancia, para poner la lupa sobre Siria y sus aliados. Es la tesis de que “el asedio de Alepo es la peor masacre cometida desde la Segunda Guerra Mundial”, que pasará a los libros de historia que enseñan en los institutos junto a otras farsas modernas, como la de Srebrenica. Sólo queda un detalle de la estupidez moderna: que utilicen el comodín “genocidio” para aludir a ella.
El precedente más inmediato ha sido la guerra de Libia, donde los medios hablaron del “genocidio” de Trípoli y el “baño de sangre” de Bengasi, siempre para justificar la intervención de la OTAN.
Hace ya mucho tiempo que los intoxicadores conocen los trucos más corrientes para dar una vuelta de 180 grados a una información, a pesar de que las fotografías ya no necesitan negativos. No sólo consiste en presentar a la víctima como victimario sino en agrandar su tamaño, de tal modo que el cambiazo no se pueda discutir. De ahí que Sadam Hussein, Gadafi y Bashar Al-Assad no sólo hayan sido presentados como vulgares dictadores al estilo bananero, sino auténticas amenazas mundiales, como se comprobó con las armas de destrucción masiva.
Los maestros en este arte trabajan en Estados Unidos, donde recientemente se ha descubierto (1) que contrataron a una empresa de Londres, Bell Pottinger, para rodar falsos vídeos de Al-Qaeda y fabricar reportajes inventados que se presentarían como si procedieran de medios árabes. El presupuesto gastado fue de 450 millones de dólares y su difusión la aprobaba personalmente el jefe de la “coalición internacional” en Irak, el general David Petraeus (2).
“Hay más de una verdad que contar en la terrible historia de Alepo”, titula Robert Fisk en el diario británico The Independent (3). Sí, es cierto. Hay más de una mentira, exactamente dos. En las guerras de Oriente Medio las mentiras han jugado un doble papel. Primero, han sido el factor que ha desencadenado las guerras, es decir, la guerras se han justificado mediante mentiras para mantener ocultas las verdaderas razones de las agresiones, a partir de lo cual se desprende la segunda conclusión: el relato mediático de la guerra que ha seguido a la primera mentira, también ha sido mentira.
Con el tiempo, conforme se vayan abriendo los archivos que hoy son confidenciales, los periodistas canallas se echarán las manos a la cabeza, se harán los sorprendidos: ¡los gobiernos nos engañaron! Los que mintieron no eran los malos sino los buenos. ¡Qué sorpresa! Sin embargo, a pesar de que nos han mentido, los buenos siguen siendo los buenos y los malos siguen siendo los malos. Eso no puede cambiar.
Pero hay un problema cardinal en todo este asunto: sólo nosotros, aquí, en la Unión Europea y sitios parecidos, hablamos de estas cosas, nos indignamos como verdaderos farsantes que somos porque nos sentimos engañados. En Alepo las personas no hablan de estas cosas, ni se preocupan por ello. Allí los vecinos no se sienten engañados, porque es imposible que les engañen. Ellos hablan de muertos y los cuentan por decenas de miles.
(2) http://www.salon.com/2016/10/03/u-s-paid-p-r-firm-540-million-to-make-fake-al-qaida-videos-in-iraq-propaganda-program
(3) http://www.independent.co.uk/voices/aleppo-falls-to-syrian-regime-bashar-al-assad-rebels-uk-government-more-than-one-story-robert-fisk-a7471576.html