El hombre de la imagen fue identificado rápidamente como el sacerdote Martín Martínez Pascual, fusilado en Valdealgorfa, Teruel, el 18 de agosto de 1936 (y beatificado en 1995). Se han escrito páginas y páginas sobre cómo el sacerdote de la foto «espera con un gran coraje una ráfaga de balas que le envíen directamente al cielo con la corona del martirio puesta»; se han filmado y representado reconstrucciones de su muerte, se han editado estampas con su efigie y la imagen ilustró la portada del libro “El holocausto católico” del periodista Santiago Mata. Sin embargo, todo este material hagiográfico está equivocado. La publicación del libro “Live Souls” (Comanegra), con imágenes inéditas de la guerra civil del voluntario inglés Alec Wainman, lo confirma: definitivamente, la imagen ante la que muchos devotos han rezado no es la del beato, y con toda probabilidad ni siquiera es la de un sacerdote, y mucho menos instantes antes de su muerte.
Wainman fotografió a esa misma persona 36 días después de la muerte del beato Martínez Pascual y nueve días después de la fecha real en que posó ante Guttman. Y no en cualquier circunstancia: ese barbudo desconocido está en primera línea del sitio de Huesca, en un sector ocupado por milicianos de la UGT y el PSUC, voluntarios británicos y la centuria Thaelmann, compuesta por comunistas alemanes, con el mono de faena del Ejército, cartuchera reglamentaria al cinto y departiendo sonriente con sus compañeros.
La primera señal, aparte del uniforme, la despierta la datación de la fotografía de Wainman: en el libro “Live Souls” se apunta que podría ser el sacerdote, pero con la fecha del 23 de septiembre de 1936. El hijo de Wainman, Serge Alternés, ha confirmado a este diario que la fecha es correcta: se corresponde con las indicadas en el diario de su padre, en sus salvoconductos y en las notas adjuntas al rollo de película. Alternés nos facilita copias de los negativos anteriores y posteriores a la fotografía: en uno de ellos se ve un paisaje en el que destacan la ermita de San Jorge, en Huesca, y la vía de ferrocarril, desde un lugar que puede determinarse, con precisión, junto al Castillo de Pompién, al lado de Pompenillo, la posición más adelantada de las milicias de la república, a pocos metros ya de las afueras de la sitiada Huesca.En la foto de Wainman ese misterioso personaje reaparece, pues, a pocos kilómetros de donde lo fotografío Guttman, y bastantes días más tarde. En el siguiente negativo ya aparece un caserón en el que Wainman está recogiendo a heridos en su ambulancia para trasladarlos a la retaguardia, en un recorrido que dejó escrito que lo llevó a Huesca, Pompenillo y Grañén. El edificio no ha podido ser identificado.
[…] El pie de foto con que la fototeca de Efe ha difundido la imagen es contundente («agosto de 1936. Sacerdote capturado por las fuerzas republicanas, instantes antes de ser fusilado –pie de foto original-«), pero presenta bastantes problemas. Para empezar, el reportaje no corresponde al 1 de agosto como consta en la fototeca: las imágenes inmediatamente anteriores a la del supuesto sacerdote en las tiras de negativos archivadas por Efe muestran a los milicianos de la columna Carlos Marx en Siétamo, conquistada tras duros combates el 13 de septiembre de 1936, así como la profanación del cadáver del sargento de la Guardia Civil Antonio Javierre, padre del que sería cardenal Antonio María Javierre, nada más tomar el pueblo. La imagen del misterioso barbudo tomada por Guzmán, además, muestra el perfil del pico Gratal, visto desde algún lugar no muy lejano a Siétamo. Así pues, nuestro personaje no pasa por Teruel, sino que aparece en Huesca, en dos sectores del frente donde se está combatiendo, el 13 y el 23 de septiembre.
[…] Cada rollo de película de Guzmán iba acompañado de un papelito con algunas indicaciones sobre el contenido del reportaje. Es muy posible que la descripción de una foto se adjudicase a otra del mismo rollo. Aunque en esa fecha y lugar, tras examinar los expedientes de la Causa General de las localidades de los alrededores, no consta ningún asesinato de sacerdote. Quizá Guttman confundió la situación, o quizá la nota corresponde a otro momento, o al escribirla años más tarde en México la memoria le falló y le complicó la vida a quienes acabaron poniendo orden en su archivo […]
Sea cual sea […] es muy posible que muchos devotos hayan pasado años encomendando sus plegarias ante la fotografía de un miliciano comunista.