Ve uno la foto de toda esta pandilla y se pregunta: ¿todos por fin reunidos, menos el PP, para hacer ver al Gobierno de turno que no queda otra que buscar soluciones políticas al llamado «conflicto vasco»? No, todos reunidos para pedirle a ETA que se desarme y que se verifique y que sea por la paz. Y, también, se ruega a los gobiernos español y francés que no pongan «obstáculos» a ese desarme. ¿El mundo al revés? Podría parecerlo en apariencia.
Suele decirse que «a enemigo que huye, puente de plata» queriéndose decir que cómo es posible que el Gobierno español ponga tantas trabas a un desarme por el que apenas unos años antes hubiera firmado a pie juntillas y se hubiera dado con un canto en los dientes, mostrando ahora desdén cuando no desidia por algo por lo que, como decimos, suspiraba hace bien poco. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? Vaya por delante que todo -al menos fue un detonante mollar- arrancó del ultimátum del ministro del Interior con Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando dijo al mundo abertzale que «o bombas o votos: elijan» captando el mensaje la camarilla de Arnaldo Otegi a la primera, aunque el cese de la lucha armada ya lo venían rumiando años atrás, desde Anoeta-2004, por ejemplo. Si no antes (en Argel-1989). Ocurre que no tocaba todavía enseñar la patita claudicante e, incluso, criticaban acerbamente a quienes sí lo hacían como Aralar de Patxi Zabaleta, Eusko Alkartasuna (de Garaikoetxea, exlendakari con más carisma), Esker Batua (de Javier Madrazo, hoy «Alternatiba» -con be en euskera- con el vividor Óscar Matute), que se adelantaron en el tiempo y hoy son parte del conglomerado EHBildu con Sortu de principal mascarón.
Si alguien puede atribuirse el «mérito» de poner una pista de aterrizaje a ETA fue Rubalcaba cuando todavía podía especularse con un «paz por presos». Ahora, con Rajoy, ni eso. Ahora la rendición pura y dura, el desarme teatralizado de manera patética y protagonizado, se dice, por la «sociedad civil» -no saben ni lo que es eso- que se hace llamar «artesanos de la paz» preocupadísimos por la impecabilidad del desarme de marras, como diciéndole a ETA que no intente trucos (como ya pasó con «verificadores internacionales» en otra ocasión televisada), que sean serios como lo son ellos también. ¿Hablar de que se desarme la otra parte, el Gobierno? Por favor, no hagan chistes, no estamos para bromas…
¿Por qué parece que Rajoy no hace nada, al menos aparentemente, decíamos, (porque detenciones sigue habiendo si se tercia)? E incluso parece poner obstáculos al desarme, ¿está loco?, ¿echa de menos los viejos tiempos cuando la culpa de todos los males la tenía ETA y era el capacico de las ostias? Mariano no tiene necesidad de mover ni un dedo, ni un músculo: ya lo hacen otros por él. ¿Quiénes? La izquierda abertzale oficial (la no «oficial», la que no ha cambiado de chaqueta, ya está siendo hostigada, señalada y criminalizada por el reformismo aberzale) encargada del trabajo sucio, es decir, lavar el cerebro de sus parroquianos, labor que nadie más que ellos podría hacer con alguna credibilidad.
Esta es una pata necesaria -el caballo de Troya interno- para desmontar el otrora llamado (hasta Aznar lo pronunció con alguna dificultad lingüística) MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco). La otra, por supuesto, la tuvo que poner el Régimen, lo mismo uno que otro gobierno de no importa qué pelaje, PsoE o PP, Un régimen que se da en llamar ahora «Régimen del 78» y que yo llamo, en una cruzada perdida, lo sé, «Régimen del 39», o sea, de cuando se acabó la guerra civil ganando los fascistas, y de aquí que diga que a ETA no la derrotó, como se llenan la boca ahora el baboserío tertulianesco y demás paniaguados, estómagos agradecidos e intelectualillos de medio pelo y áulicos, el «Estado de derecho», o la «democracia», o la Policía, sino el fascismo con disfraz pero vacunado contra la rabia sacando el doberman en «temas de Estado»: Euskadi, Navarra y ahora Catalunya. Llegado el momento, actuarán sin vacuna contra el facha que llevan dentro y les vence y es su ADN… «que para eso ganamos la guerra, qué cojones».
Así, pues, en la dialéctica de la clase dominante que sólo ve el conflicto -y los conflictos, como el último con los estibadores- en términos de «vencedores y vencidos», típica antidialéctica fascista más propia del maniqueísmo del conmigo o contra mí, en la derrota de ETA ha intervenido el Régimen, de una parte, personificado por mí en Rubalcaba, y, de otra, la ayuda inestimable, la traición, de la camarilla degenerada de los Otegi y compañía (Rufi Etxeberria, Barrena, Permach, Rafa Díez y otros «veteranos» encargados de «gestionar» las consecuencias -olvidándose de las causas- del mal llamado conflicto vasco, e hipotecando el futuro y lucha política de nuevas generaciones condenadas a la frustración a no tardar mucho). Roma no pagó a quienes traicionaron a Viriato. Madrid, sí.
Bona tarda.