Los confinamientos paralizaron uno de los más prometedores negocios de África, el turismo sexual, aunque con la nueva normalidad ya se pueden ver a blancos de edad avanzada con niños y adolescentes negros en parajes como el balneario de Saly, en Senegal.
El turismo sexual va en aumento. África es exótica y enigmática. Lo más caro es el viaje. Las revistas occidentales hablan de “escapadas románticas” y las guías gays de las zonas de ambiente, bares, discotecas, balnearios y playas.
Un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos cita a isla Mauricio como un lugar de explotación de las personas, incluidos los niños. Junto a la caña de azúcar, la prostitución es el otro pilar de la economía.
Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, es el paraíso de la prostitución homosexual. La visitan un millón y medio de turistas cada año y el 15 por cien son homosexuales.
La capital de Gambia, Banjul, es el destino preferido de los pedófilos. A los occidentales les encantan los adolescentes negros muy jóvenes. Los llaman “bumsters”. Más de la mitad de la población tiene menos de 18 años y están en el paro.
A las mujeres blancas que llegan en busca de jóvenes de piel oscura les llaman “las marie claire”. Se las puede ver tumbadas en cualquier playa, mientras los adolescentes les aplican crema en la espalda para que no se quemen al sol (*).
En 2009 el Parlamento ugandés aprobó una ley que penaliza el turismo sexual y la pedofilia. Es de cara a la galería, porque todos hacen la vista gorda.
Lo mismo ocurre en Tanzania, donde la prostitución también es ilegal, pero hay 160.000 mujeres que viven de ello para alimentar a su familia. El 42 por cien de ellas son menores de edad.
En las ciudades costeras de Kenya el 30 por cien de las adolescentes están involucradas en el comercio sexual, según un estudio conjunto del gobierno y Unicef publicado en 2006.
Los países musulmanes tampoco se libran de la prostitución. Cualquier inconveniente de soluciona sacando la billetera ante la policía y los jueces.
El 2 por cien de la población egipcia vive de la prostitución, según la Fundación Scelles, lo que supone más de un millón y medio de personas. Entre 200.000 y un millón de niños son víctimas de la explotación sexual por parte de los turistas.
En Marruecos otro estudio de Unicef, publicado en 2016, habla de un 57 por cien de jóvenes que son víctimas de explotación sexual, de los cuales más de un tercio apenas tiene 13 años. Una décima parte de los profesionales del sexo empezaron a prostituirse ya a los 6 años.
(*) http://www.guardian.co.uk/travel/2004/oct/30/gambia.ecotourism.guardiansaturdaytravelsection