Beatriz García, del ‘Sindicato’ de Estudiantes |
El Sindicato de Estudiantes, una organización que, en nada se parece a un sindicato y que aparece y desaparece en función de la coyuntura de conflictividad en el sector educativo, especialmente entre los estudiantes de secundaria, ha convocado a una reunión “a toda la izquierda” este mes de enero para organizar diferentes protestas en Madrid contra la toma de posesión de Donald Trump.
Haciéndose eco del velado llamamiento realizado por el diario El País el 10 de noviembre de 2016 tras su victoria, la dirigente de este “sindicato” Beatriz García Rubio se ha dirigido a diferentes colectivos de izquierda para organizar en enero una campaña internacional para denunciar «el racismo, las deportaciones y en solidaridad con los estudiantes norteamericanos las semanas previas a su toma de posesión en institutos y facultades, dentro de una campaña internacional que tendrá lugar también en otros países«, algo que, por otro lado, no es un invento de Trump, sino de sus predecesores Obama y la familia Clinton.
Una cosa es repudiar el carácter reaccionario de Trump, y otra cosa es sumarse a esta «campaña internacional» que, como ya hemos visto en otras ocasiones, no tiene nada de espontánea, entre otras cosas porque no hemos visto el mismo ahínco de este «sindicato» a la hora de enfrentar los bombardeos de la OTAN sobre Libia, el apoyo de Obama y la UE (España incluido) a la filial siria de Al Qaeda o tampoco hemos visto a los chicos del sindicato reaccionando con tanta indignación contra los programas de vigilancia de la NSA o la existencia misma de la base naval de Guantánamo (cuyo cierre había prometido Obama). Más bien hemos de decir todo lo contrario: el Sindicato de Estudiantes ha mantenido la «neutralidad» frente a la escalada imperialista de la OTAN en los últimos años.
Basta con poner como ejemplo este artículo, donde el referente político de este «sindicato» (Izquierda Revolucionaria, antes llamada «El Militante», antes llamada «Corriente Marxista Internacional») califica los sucesos en Libia como una «revolución» o una «rebelión popular», obviando por supuesto que, tras haber dejado el país como una mesa de billar, los supuestos bombardeos contra los «revolucionarios» libios nunca existieron.
Esta campaña internacional no es casual. Trump está basculando sobre el nacionalismo económico y tiene en agenda una serie de medidas proteccionistas que afectan a lo medular de la política de deslocalización de las grandes multinacionales de EEUU; el último episodio ha sido el proyecto abortado de Ford en México. Por otro lado, ha puesto al desnudo la incompetencia de la CIA en materia de seguridad.
Que los chicos del «Sindicato de Estudiantes» quieran movilizar a la izquierda española contra Trump no parece que sea algo nacido de la buena voluntad. De hecho, reprochan al gobierno entrante lo mismo que los representates de la UE o de la OTAN, a quienes el racismo y los crímenes de Obama no les parecían tan escandalosos.