El testimonio de un espía argentino amenaza la narrativa del atentado a la AMIA (II)

Otro factor esencial dentro de la corrupción de la investigación de la AMIA fue el papel que jugó la agencia de inteligencia del estado, conocida como SIDE, en influenciar al investigador principal, el juez José Galeano.

No sólo existía una unidad especial dentro de la SIDE con la tarea de supervisar la investigación de Galeano, sino que otra unidad de la agencia operaba directamente dentro de la oficina del propio Galeano, como lo reportó el periodista Sergio Kiernan.

La SIDE procedió a explotar su poder para distraer la atención de los sospechosos lógicos dentro de la junta, cerrando filas para proteger a su propia gente.

Como reportaron para el diario La Prensa el 28 de noviembre de 1994 Sergio Moreno y Laura Termine, la unidad de la SIDE que manejaba la investigación de la AMIA era famosa por su odio a los judíos. El grupo estaba compuesto por veteranos de la guerra sucia conocidos como el “Grupo Cabildo”, su nombre inspirado en una revista antisemita publicada a principios de los 80 que había republicado un folleto donde se detallaba la conspiración del “Plan Andinia”.

El jefe del Grupo Cabildo, sin éxito, demandó a Moreno y Termine por etiquetar de antisemita a su unidad. Luego de las quejas de los líderes de la comunidad judía sobre el papel del grupo en la investigación de la AMIA, fue removido del caso; pero no sin antes desviar la atención del público de los líderes de la guerra sucia y hacia la presunta conspiración iraní.

La estrategia de relaciones públicas de la SIDE dependía de la teoría sobre la cual el atentado de la AMIA provino de un COCHE bomba suicida, por lo tanto generando sospechas sobre Irán y su aliado, Hezbolá.

Los servicios de inteligencia alegaron que una furgoneta comercial blanca había sido usada en el atentado. Supuestamente su motor fue encontrado dentro de los escombros el 25 de abril, una semana después de la explosión.

El número serial del motor fue rastreado hasta dar con Carlos Alberto Telleldin, un propietario chií de un desguace que reconstruía coches averiados para ponerlos a la venta. Telleldín fue acusado de ser cómplice en la trama terrorista y encarcelado por otros cargos.

Pero los archivos oficiales del caso AMIA revelaron que se le había puesto el ojo a Telleldín antes del atentado. Este hecho sorprendente fue detectado por un “investigador privado” contratado por Memoria Activa, la organización de las víctimas de la AMIA.

De acuerdo a un minucioso análisis de la evidencia oficial de Alberto L. Zuppi, fue emitida una petición de la Policía Federal de intervenir el teléfono de Telledin el 25 de abril, al menos cinco días antes del supuesto descubrimiento del motor que condujo a los investigadores a inculparle.

En las semanas a continuación del atentado, aparecieron más evidencias que apuntaban al papel de Telleldín como chivo expiatorio.

En septiembre de 1994, cinco ciudadanos de nacionalidad libanesa fueron detenidos intentando cruzar de Argentina a Paraguay. A través de una serie de filtraciones, la SIDE sembró historias en los medios que sugerían que los sospechosos estaban asociados a una red terrorista.

El mes siguiente, un agente a media jornada para la SIDE y ex jefe de un campo de prisioneros famoso por torturar sospechosos durante la guerra sucia, el capitán Héctor Pedro Verguez, comenzó a visitar a Telleldín a prisión.

En cuatro reuniones entre septiembre de 1994 y enero de 1995, Vergez le ofreció al sospechoso encarcelado 1 millón de dólares y su libertad si identificaba a dos de los libaneses que fueron detenidos en Paraguay de haberle comprado la furgoneta, la famosa Renault Traffic, y de este modo haciendo posible el acusarlos del atentado. Pero Telleldin se negó a mentir, y el plan de la SIDE se descarriló.

No pasó mucho tiempo, no obstante, antes de que la SIDE y Galeano iniciaran su nuevo plan para implicar a dos policías de la provincia de Buenos Aires como los responsables del atentado, patrocinados por Irán.
Recurrieron al soborno, a información del Mossad y a fuentes del MEK (Muyahidin del Pueblo Iraní, una organización terrorista financiada por Israel) para culpar a Irán

En julio de 1996, Juan José Galeano visitó en persona a Carlos Telleldín en la cárcel y le ofreció 400 mil dólares para culpar a los dos policías. La escena escandalosa fue registrada en un video que se mostró en la televisión argentina en 1997.

La SIDE estaba activamente involucrada en el encubrimiento de la operación, con el director de la agencia, Hugo Anzorreguy, aprobando un pago directo a la esposa de Telleldín.

El caso contra los dos policías provinciales fue desechado en 2004, pero Galeano y Anzorreguy quedaron impunes por unos 15 años más. No fue hasta que en 2019 fueron sentenciados a pasar tiempo en prisión por su papel en el asunto, subrayando la cultura de impunidad que rodeó a la SIDE.

Cuando el caso Galeano colapsó, Alberto Nisman intentó una nueva narrativa esta vez culpando a Irán del atentado. Para esto, dependía de información suministrada por el Mossad a Jaime Stiuso, funcionario de la SIDE a cargo de tareas de contrainteligencia.

La acusación a siete funcionarios iraníes de Nisman en 2006 por la trama terrorista se apoyó por completo en las acusaciones de miembros de alto nivel del culto en el exilio financiado por Israel y Arabia Saudita, Muahedin-E-Khalq (el MEK).

No sólo los miembros del MEK estaban en posición de ofrecer información confiable sobre una supuesta trama iraní de alto nivel porque habían estado activamente involucrados en una campaña terrorista contra el gobierno islámico colaborando con el para entonces presidente de Irak, Saddam Hussein, seleccionando objetivos en Irán.

El apoyo de Nisman en semejantes fuentes inescrupulosas demostró su aparente determinación por llegar a conclusiones predeterminadas sobre la culpa de Irán. Difícilmente se trataba de una sorpresa, para ese momento, que Nisman ignorara el revelador testimonio de Iosi.

La otra fuente principal de Nisman, Jaime Stiuso de la SIDE, era un famoso manipulador que había pasado años reuniendo grabaciones de políticos argentinos. En 2014, el jefe de inteligencia estaba armando un caso contra la presidente Cristina Fernández de Kirchner por supuestamente conspirar con Irán para eliminar la acusación oficial del país sobre la responsabilidad iraní. Pocos observadores creyeron que la acusación podía sostenerse tras revisarlo a detalle.

En enero de 2015, Nisman fue encontrado muerto en su apartamento con una herida de bala en la cabeza. Aunque los opositores de Kirchner estaban convencidos de que la muerte del fiscal fue el resultado de una trama promovida por el gobierno, un documental reciente detallando las varias investigaciones sobre su muerte, Nisman: el fiscal, la presidenta y el espía, concluyó que se había suicidado.

Al momento de su muerte. Nisman estaba colaborando de forma directa en una campaña de desinformación que le permitía a la SIDE encubrir las figuras en la sombra del pasado violentamente antisemita de Argentina, y enterrar su probable papel en el atentado de la AMIA.

El testimonio de Iosi debió haber culminado el secreto sobre el caso, pero Nisman, la SIDE, y la Policía Federal conspiraron para suprimir una investigación seria.

Un cuarto de siglo después del atentado, la impunidad de los verdaderos terroristas de la AMIA continúa.

Fuente: The Gray Zone

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