Ayer el Senado francés aprobó una iniciativa para aumentar la jornada laboral anual de los trabajadores en 12 horas, lo que ha provocado una fuerte oposición, incluso por parte del mismo gobierno, en un contexto de déficit de la seguridad social y un debate sobre la productividad, o sea, sobre la explotación.
La enmienda pretende aumentar la jornada laboral anual de los trabajadores en 12 horas. La propuesta prevé un aumento de 1.607 a 1.619 horas anuales. El texto fue aprobado por 199 votos a favor y 135 en contra, en el marco del debate sobre el presupuesto de la seguridad social para el año que viene.
La iniciativa reaviva un debate que el gobierno francés ha evitado durante años, a pesar del déficit, que sigue aumentando. “No podemos salir de esta situación si no creamos más riqueza”, viene a ser la consigna, aunque nadie explica quién se va a aprovechar esa “riqueza”.
“Para generar más riqueza, necesitamos invertir más, pero sobre todo, necesitamos aumentar la jornada laboral”, declaró el promotor de la iniciativa, Olivier Henno, que intentó minimizar el impacto de la medida, enfatizando que representa “solo una hora al mes y 15 minutos a la semana”.
El senador acudió al cuento de la lechera: la extensión de la jornada laboral generará un ahorro de más de 10.000 millones de euros al año.
Sería un fuerte retroceso para el movimiento obrero y las reacciones no se han hecho esperar. “¿Cómo pueden hablar de esfuerzos imperceptibles cuando se trata de aumentar la jornada laboral de conciudadanos que realizan trabajos arduos?”, exclamó el senador Simon Uzenat, que calificando la iniciativa como “una auténtica provocación”.
En la cuerda floja, el gobierno de Macron no se ha atrevido a tomar postura, aunque el ministro de Trabajo, Jean Pierre Farandou, reaccionó diciendo que “es grave”. Si bien comparte los objetivos declarados por los autores de la iniciativa, consideró que el horno no está para bollos.