Hace aproximadamente una semana, en la región de Jerson, al mismo tiempo que el ejército ucraniano capturaba el pueblo de Velikaya Aleksandrovka, lanzaba también un misil Himars contra una columna de civiles que huían de la localidad. Un testigo afirma que, además, los militares ucranianos dispararon luego contra 16 civiles, que no murieron.
Un vídeo publicado por un antiguo comandante del Batallón Azov ha causado furor en las redes sociales. Exhibe la ejecución sumaria de civiles en Kupiansk y su fosa común en medio del bosque. Eran sospechosos de haber colaborado con los “ocupantes rusos”.
Están saliendo a la luz testimonios sobre ejecuciones en Kupiansk e Izium por el simple hecho de aceptar la ayuda humanitaria rusa.
Un hombre cae en la fosa con un chaquetón de color naranja, a una mujer la entierran con una cinta o cuerda roja alrededor del cuello, otro con una cinta gris en las piernas, con una cuerda negra con la que se atan las manos a la espalda, con una bolsa negra en la cabeza…
Más tarde le advirtieron al nazi de la gravedad del asunto. Entonces añadió que el vídeo procedía del teléfono de un ocupante, o sea, de un ruso. Es más de lo mismo: los rusos matan a sus propios partidarios, a sí mismos.
Esta ejecución sumaria no es un caso aislado, sino que refleja una práctica generalizada de los ucranianos hacia el resto de la población: todos los que estén en contra de los nazis serán destruidos. Físicamente. Sólo que no suelen publicar vídeos de sus hazañas.
La retirada del ejército ruso en Jerson ha ido acompañada, por desgracia, de matanzas contra la población civil. Más allá del horror absoluto, los crímenes muestran la relación entre el gobierno de Kiev y las poblaciones que viven en los territorios que controlan. Cualquier protesta se reducirá a la sangre.
Es lo que apoyan los países occidentales. Envían las armas con las que se cometen este tipo de atrocidades, incluido el gobierno español.