Según el diario digital Vozpópuli, Adolfo Scilingo disfruta ya del tercer grado penitenciario trabajando en una iglesia del Centro de Madrid, a instancias de la pastoral penitenciaria.
La Junta de Tratamiento de la prisión de Alcalá-Meco ha dado luz verde a la salida del responsable de la muerte de decenas de ciudadanos argentinos que fueron arrojados vivos al mar, tras haber sido secuestrados por el Estado argentino en función de su actividad política.
Scilingo no ha resarcido a las víctimas y ni siquiera ha pedido perdón por sus crímenes. Es más, según el editor de Vozpópuli, el ex piloto de los vuelos de la muerte se retracta de lo que dice en su día y se postula casi como un preso político. Basa su novedosa tesis en una investigación elaborada por mí donde denuncié la participación de militares españoles en los «cursos de tortura» de la Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los mayores campos de concentración de la dictadura militar, y a los que Baltasar Garzón en su día rechazó investigar (no es lo mismo actuar contra militares de un país del tercer mundo que hacerlo con los del Estado que te da de comer, podríamos pensar).
Scilingo, que ya ha accedido a llamado «régimen de semilibertad«, podrá acceder a un subsidio de desempleo que le permitirá cobrar 430 euros durante seis meses, prorrogables hasta 18.
Es sin duda un caso de extraordinaria relevancia por cuanto que España es de los pocos países que trata con tanto mimo a un condenado en firme por crímenes contra la humanidad que, en condiciones normales, debería fallecer en prisión.