El rearme militar es unilateral; concierne únicamente a la OTAN y las grandes potencias imperialistas porque los presupuestos militares de Rusia han seguido disminuyendo este año y ahora son un 10 por ciento más bajos que en 2015.
Los impulsores del despilfarro armamentista son Estados Unidos y Europa. El año que viene el gasto militar mundial será de 1,67 billones de dólares, excediendo el récord previo de la Guerra Fría de 1,63 billones, establecido en 2010. Los 1,67 billones suponen un aumento del 3,3 por ciento respecto al nivel de este año, el mayor crecimiento interanual en más de una década.
En Washington se espera que el año que viene Trump aumente el presupuesto militar de Estados Unidos en un 4,8 por ciento.
En Europa occidental el gasto de defensa aumentará un 1,6 por ciento, con ocho países de la OTAN (sin incluir a los Estados Unidos) que cumplan con las directrices de la alianza imperialista para que los miembros gasten el 2 por ciento de su PIB en el ejército. Esos ocho países son Grecia, Estonia, Turquía, Letonia, Inglaterra, Lituania, Polonia y Rumania.
Se espera que el gasto militar crezca especialmente rápido en Europa oriental, que tendrá la tasa de crecimiento más rápida del mundo. Se espera que muchos países aumenten el gasto de defensa en un 2 por ciento o más el año que viene.
Los Estados bálticos son especialmente beligerantes a causa de su incorporación a la OTAN. El próximo año duplicarán el gasto militar en relación con sus niveles de 2014.