El plan de ‘autonomía armamentista’ es una de las mentiras más grandes de la historia de la Unión Europea

El grado de dependencia de los países de la Unión Europea en materia armamentística respecto a Estados Unidos es definido como “alto y creciente”, especialmente en sistemas críticos como aviones de combate, defensa aérea y tecnología avanzada.

Un estudio del Instituto Internacional de Investigación por la Paz de Estocolmo (Sipri, por sus siglas en inglés), refleja que en 2024 más de la mitad del volumen de armas importado por los países europeos venía de Estados Unidos, frente al 41 por cien en el período 2015-2019. En algunos países como Holanda, Polonia o Reino Unido, esta dependencia supera el 90% para sistemas específicos

Según el informe, las áreas críticas con mayor dependencia son la aviación militar, la defensa aérea y la industria de misiles. El 60 por cien de los aviones de combate europeos son estadounidenses (F-35, F-16, F-18), y sólo Francia y Croacia operan aviones 100% europeos (Rafale). El 75% de las baterías antiaéreas en Europa para 2035 serán estadounidenses (Patriot) o israelíes, frente a opciones europeas como el SAMP/T NG 13. Y sistemas de misiles como los HIMARS o los misiles Tomahawk dominan sobre alternativas europeas.

La autonomía estratégica, tradicionalmente anclada en el corazón de la estrategia de defensa francesa, basaba el potencial militar y disuasorio de un país en su capacidad para asumir el diseño y la fabricación de material de defensa para sus fuerzas armadas.

Pero la gran mayoría de países de la Unión Europea, en cambio, rechazaron esta doctrina pues estaban seguros del apoyo de Estados Unidos y sus ejércitos en caso de conflicto en Europa, incluso en el ámbito de la disuasión. A partir de ese momento, en Europa se aceptó una dependencia tecnológica más o menos significativa en términos de equipamiento militar, así como en el diseño local de armamento.

El análisis concluye que al menos hasta el 2035, la Unión Europea seguiría dependiendo estructuralmente y en áreas críticas de la industria militar norteamericana, por lo que cualquier discurso que hable, por ahora, de romper esta dependencia es, simplemente, una frase hueca para el entretenimiento del gran público.

Las compras de armamento anunciadas por la Comisión Europea seguirán beneficiando al complejo militar industrial de Estados Unidos, por lo que la jugada del gobierno de Donald Trump es evidente: obligar a la UE a comprar armamento para revitalizar económicamente a su industria de guerra.

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