Llegó a convertirse en el primer monopolio desinformativo español, con 800 millones de beneficios en la década de 2000. Ahora agoniza, por fin, lo mismo que la transición que contribuyó a adornar.
Es el capitalismo escribiendo su propia historia. En los tiempos de la burbuja se endeudó hasta los 5.000 millones de euros. Su primer capataz, el fascista Juan Luis Cebrián, equiparó su sueldo con los del sector financiero, embolsándose 12 millones de euros en 2011.
Al pinchazo de la burbuja le sucedió lo de siempre, despidos en todas las unidades de negocio, incluidos los 129 en El País y la entrada a saco en el capital de los fondos buitres, agrupados en Liberty Acquisitions Holdings y tres grandes bancos —Banco Santander, CaixaBank y HSBC—, que se han hecho con el control accionarial desplazando a la familia Polanco.
Las acciones de Prisa cotizan al valor más bajo y los problemas de la empresa se han trasladado a la mafia Polanco, los padres fundadores del engendro. El actual segundo mayor accionista del monopolio ha tenido que solicitar varias ayudas a sus bancos acreedores ante la imposibilidad de pagar sus deudas. El Banco Santander y CaixaBank han tenido que salir al rescate de Otnas, a través de la cual controlan parcialmente su participación del 17 por ciento en Prisa, sindicada con el grupo mexicano Herradura.
Otnas es una empresa patrimonial que a finales de 2015 tenía un balance negativo, por lo que según establece la ley, se debía haber disuelto, pero no lo hizo porque los bancos acreedores salieron en su ayuda, refinanciando un préstamo de más de 170 millones de euros.
Ante nuevos impagos, el año pasado ambos bancos, Santander y CaixaBank, accedieron a convertir en capital 41,31 millones de euros del citado crédito, lo que los convirtió en accionistas de Otnas.
Los buitres sólo tienen que esperar nuevos impagos pacientemente para apoderarese por completo de las acciones del monopolio desinformativo. Como garantía del agujero, los Polanco han puesto 3.659 millones en acciones de Prisa que son papel mojado: hoy apenas valen 15 millones de euros.
Además de la transición, la historia de Prisa cuenta todos los viejos tópicos del capital financiero: los bancos apoderándose de las empresas industriales ruinosas. En este caso, los banqueros desplazan a los periodistas. Los medios de comunicación forman parte del capital financiero y, por su carácter monopolista, están indisolublemente ligados al Estado. No hay cuarto poder (nunca lo hubo).